Aunque a mí no me parece ni remotamente interesante, la vida de Diomedes Díaz fue llevada a la pantalla chica por RCN — una novela basada en la vida del cantante que, seguramente, como suele ocurrir en estos casos, se tomará licencias creativas para hacer la trama más interesante; nada del otro mundo.
Pues la comunidad indígena arhuaca decidió ofenderse por cómo son representados en la novela, y exigen retirar esas imágenes:
José María Arroyo, gobernador del pueblo Arhuaco, y representante legal de la Confederación Indígena Tayrona, invocando derechos constitucionales envió un derecho de petición a RCN Televisión, el ministro de la Tecnología y las Comunicaciones, Diego Molano, y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el que solicita, en general, retirar las escenas en las que aparece el pueblo Arhuaco y sus costumbres, rectificación disculpas públicas, reparación y sanción al canal.
Según el derecho de petición, firmado el pasado 24 de marzo, en cinco escenas se llevó a cabo una representación errónea, mal intencionada, discriminatoria de los indígenas, su cultura y su territorio, por lo que exigen que el canal se retracte de lo publicado y elimine su representación en la novela que actualmente lidera el rating en el país.
Para la Confederación Indígena Tayrona, en cinco capítulos que a la fecha se han emitido se vulneraron el nombre, la cultura y el territorio indígena
Por n-ésima vez, no existe el derecho a no ser ofendido — lo siento pero ese, simplemente, no es uno de los límites de la libertad de expresión.
Como mencioné, este tipo de producciones se toman licencias creativas y por tanto no están obligadas a representar fielmente los hechos en los que se inspiran (estoy seguro que la novela no le hará justicia a Doris Adriana Niño, por ejemplo).
Si les preocupa que las representaciones se ajusten a la realidad, existen estos productos televisivos creados convenientemente para informar al televidente llamados noticieros. Estoy seguro que encontrarán tantas discrepancias entre lo que dicen y la realidad, que podrían dedicar el resto de sus vidas a escribir derechos de petición. Una novela, por el contrario, es un producto de entretenimiento; no está obligada a reflejar fielmente la realidad ni a respetar ninguna cultura.
Por otra parte, las premisas de la tribu son, cuando menos, cuestionables. Según ellos, es irrespetuoso mostrar que una indígena quiere tener sexo, mostrar a otro consumiendo alcohol y que haya uno más que, en la novela, haya sembrado marihuana en su parcela de tierra. Puede que la cultura y las creencias arhuacas prohíban todo eso, pero eso no significa que no haya quienes estén más que dispuestos a romper esas reglas — para no ir muy lejos, la mayoría de católicas que conozco usan anticonceptivos. Pretender que nunca, jamás de los jamases ha habido un indígena que haya transgredido las normas sociales de la tribu es de una ingenuidad cósmica.
No todos los arhuacos cumplen a pies juntillas con los preceptos tribales y pretender que un tercero se prive de ponerlos en sus historias a hacer esto o aquello sólo para complacer esta fantasía totalitaria resulta repugnante, por decir lo menos. Incluso si RCN hubiera hecho representaciones erróneas, malintencionadas y discriminatorias —que yo lo dudo— están en su derecho de hacerlas.
No todas las representaciones de los ateos en televisión son óptimas y nosotros no vamos por ahí exigiendo que se nos refleje fielmente (lo que, además de victimista, es imposible). Lo que los arhuacos están haciendo es un llamado a la censura y es lamentable que lo hagan en el nombre de los derechos humanos.
(imagen: Video RCN)
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