Otra de un 'falso chamán'

Ha vuelto a ocurrir. Una vez más, presuntamente alguien se ha aprovechado de otros diciéndoles que es un chamán. Esta vez fue un tal Édgar Orlando Gaitán Camacho, quien cuenta con la friolera de ocho denuncias por abuso sexual. El Espectador dice que es un 'falso chamán'.

Si el tipo ha cometido alguno de esos delitos, espero que eso sea probado por la Fiscalía y él condenado por un juez.

Vamos al quid del asunto. Hace unos años, otro estafador similar robó a una familia en su casa, después de ser contratado para que les curara una gripa. Hubo otro que drogaba mujeres y las violaba... y en ambos casos la prensa dijo que se trataba de un 'falso chamán' — lo que dije entonces sigue teniendo validez ahora:

Me podría decir el editor del periódico, ¿cómo sabe que el tipo es un falso chamán? Digo, tiene que haber alguna forma, comprobable de manera objetiva, de determinar qué chamanes son falsos y cuáles son verdaderos.

Hasta entonces, bien haría el diario en titular la noticia de manera diferente, pues tiene la responsabilidad de informar verazmente a sus lectores y usuarios; misión que desvirtúa al sugerir tácitamente que hay chamanes "reales".

Todas las personas que afirman tener poderes sobrenaturales estafan a sus clientes. Unos porque mienten y otros porque están de remate. En ambos casos, se aprovechan de ciudadanos probablemente honestos y más bien ingenuos a quienes el sistema educativo les falló miserablemente — y ver que hay periodistas que no pueden reportar objetivamente al respecto resulta frustrante.

Perpetuar la idea de que hay chamanes 'verdaderos' sin que exista ninguna manera de distinguirlos objetivamente de los 'falsos' es hacerle un flaco favor al público y facilitar que se sigan cometiendo este tipo de delitos.

¿Acaso nadie en la sala de redacción se pregunta qué habría pasado si tan solo las ocho mujeres que denunciaron a Gaitán hubieran tenido información disponible sobre la falsedad de todos los chamanes?

(imagen: River of Sorrow via photopin (license))