sábado, 30 de julio de 2016

En México murió 80% de animales retirados de circos



Desde hace unos años, el movimiento animalista ha conseguido influir las políticas públicas de muchos lugares. Uno de sus logros insignia ha sido la prohibición de animales en espectáculos o el cierre directamente de los circos (y van por los zoológicos). En Bogotá (Colombia), el entonces alcalde echó al circo de la ciudad para "evitar la exhibición de animales en espectáculos masivos".

Hace un año, en México, entró en vigor una ley similar que prohibía animales en los circos — hoy se reporta que el 80% de los animales "liberados" murió o se encuentra en situación muy desfavorable:

Después del censo nacional realizado hace un año por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en donde se registraron mil 298 animales en los 80 circos del país, actualmente se registran solamente 300 ejemplares vivos.

La médica veterinaria Teresa Moreno, responsable técnica y enlace entre la Semarnat y los empresarios; señaló que los casi mil ejemplares restantes fueron comprados por coleccionistas privados, vendidos a taxidermistas o lamentablemente terminaron en manos de traficantes de especies para luego ser convertidos en tapetes.

De los ejemplares vivos, Moreno señala que se encuentran en santuarios, otros siguen en circos y algunos fueron entregados a zoológicos en donde se encuentran enfermos y deprimidos, ya que pese a contar con mayor espacio para su desenvolvimiento, no logran adaptarse a su nueva forma de vida.

Según la información publicada por Milenio, la responsable técnica tenía registro de esos mil 298 ejemplares debido a la Ley General de Vida Silvestre de la Semarnat, sin embargo la dependencia sólo verificó que se cumpliera la nueva disposición de que los ejemplares de vida silvestre no dieran espectáculos circenses, pero no se aseguró del destino de las especies, ya que la venta la dejó a manos de los propietarios de los circos sin ofrecerles a los animales protección oficial.

Los animalistas consiguieron que murieran más animales en una menor cantidad de tiempo que si se hubieran quedado en los circos.

Por supuesto, se necesitan leyes que protejan a los animales de sufrimiento innecesario, pero todo apunta a que, lamentablemente, los animalistas sólo buscan el placer de prohibirle cosas a otros humanos y encontraron en los animales una excelente excusa para hacerlo. ¿Tendrá eso que ver con la misantropía que caracteriza al movimiento antitaurino?

Necesitamos leyes que protejan a los animales, no porque estos tengan derechos sino porque debemos evitar activamente el sufrimiento innecesario (teniendo siempre en cuenta que el ser humano lleva prioridad). Penalizar el maltrato animal es una meta loable y se necesitan políticas en ese sentido. pero montarle la perseguidera a los circos y zoológicos no soluciona nada.

Primero, porque estos lugares cumplen funciones culturales importantes de recreación y educación, donde hay acercamiento del público a animales que de otra forma no conocerían.

Y segundo, porque circos y zoológicos —mal que le pese a los animalistas— también cumplen una función de conservación, y han servido como refugios para animales, salvándolos con el cautiverio. Si no existen las políticas y las instituciones necesarias para garantizar que los animales "liberados" vivirán más y mejor que en los circos, insistir en la prohibición sólo es una pataleta moral, que causa más sufrimiento animal.

(imagen: Wall Devil)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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