Siempre me ha parecido que la línea editorial de Libreta de Apuntes, dirigida por Ricardo Galán, raya en el uribismo. Allá ellos. Son libres de suscribir la línea editorial de su preferencia, pero lo que sí no comprendo, ni respeto, es que recurran a acrobacias retóricas para hacer oposición porque sí, al mejor estilo Uribe: ciega, sin argumentos y recurriendo al espectáculo como forma de vender.
Y precisamente eso fue lo que hicieron:
Para efectos de la discusión digamos que no fue un error del Gobierno y que efectivamente la administración Santos declara como enemigo a Álvaro Uribe Vélez.
Muy bien, esa lectura, aunque probablemente algo acomodada, se ajusta a los hechos y tiene cierta lógica. Lo que sí no admite ningún tipo de lógica y no está soportado en los hechos ni por la evidencia es eso de que "para el Gobierno colombiano el enemigo no son las FARC [...], sino el expresidente que se atrevió a criticarlo".
No consigo encontrar las palabras para empezar a describir lo hipócrita y falaz de este intento de argumento. En primer lugar, el gobierno nunca dijo que el enemigo no fueran las Farc (a quienes, por cierto, el Gobierno les acaba de dar de baja a otro cabecilla).
En segundo lugar, ¿de qué se quejan? Esto es lo que nos legó Uribe. El expresidente, mientras ocupó la Casa de Nariño, violó los derechos constitucionalmente protegidos de toda figura pública que admitía no estar de acuerdo con sus tesis, los declaraba terroristas y complacientes con el terrorismo y ahora ¿sus seguidores se vienen a quejar porque a su asqueroso mesías le están dando un poquito de su propia medicina? ¡Qué hipócritas!
En tercer, pero no menos importante lugar, se encuentra el hecho de que un medio de información que está creciendo tan rápidamente como Libreta de Apuntes debería ser mucho más cuidadoso con el manejo de la información y procurar no manipularla ni desinformar a sus lectores, ni mucho menos hacerles pasar deducciones ilógicas, partidistas y polarizadas por información, en vez de opinión, que es lo que es.
En cuarto y último lugar, considero completamente irresponsable y lamentable que sigan haciéndole barra a la dañina ideología que reinó durante los ocho años del uribato, de que el que no está con Uribe está con las Farc. No sólo es una posición ridícula, sino que fue la excusa perfecta para que durante ocho años tuviéramos que aguantar los embates contra la libertad y la igualdad que la administración de ese intento de capataz llevó a cabo con inusitada y alarmante frecuencia y que se prestó para perseguir a la oposición, cambiar ilegalmente el texto constitucional y permitir que ese pestilente y megalomaníaco expresidente se aferrara al poder durante cuatro años más.
Así que lo siento, pero Uribe sí es un enemigo del Gobierno -y por extensión, de los colombianos- al igual que lo son las Farc. Tener a uno como enemigo no hace que no se pueda tener también al otro como enemigo. No son posiciones mutuamente excluyentes, ni deberían serlo.
Aunque ya que ponen el tema sobre la mesa, no estaría de más que se pregunten quién se portó con las Farc como si no fueran el enemigo, porque la última vez que me fijé fue Uribe quien liberó a Granda, fue el gobierno de Uribe quien presentó una ley que le reduce a ocho años de prisión la condena al terrorista que confiese y fue la bancada uribista la que aprobó esa ley, conocida con el eufemismo de Ley de Justicia y Paz y fue Uribe quien se ensañó y promovió un estúpido juicio contra unos pobres militares que se encontraron una guaca con millones de los terroristas y lo cogieron (lo que habría sido uno de los mejores alicientes a la hora de poner a las Farc como enemigos: el que se encuentre un botín, se lo queda. En vez de eso, Uribe estaba más preocupado porque los militares no se quedaran con el dinero mal habido de la guerrilla).
Y precisamente eso fue lo que hicieron:
Durante una conferencia de prensa citada por el Ministro Pinzón para aclarar lo ocurrido en La Unión Peneya, Caquetá, el Ministro, visiblemente congestionado, leyó la siguiente declaración que transmitió el Canal RCN en su emisión de las 12:30 de este domingo:
“ No tiene sentido que los enemigos del Gobierno utilicen el sacrificio de los hombre de nuestras fuerzas armadas, de nuestra fuerza pública para hacer política. El Presidente Uribe a quien apreciamos y él así lo sabe, conoce y sabe como nadie el sacrificio que en Colombia hacen los soldados y policías al servicio del pueblo colombiano”.
Es decir, que para el Gobierno colombiano el enemigo no son las FARC, que incumplieron su palabra hiriendo y secuestrando un periodista francés, según el Gobierno de su país, matando cuatro militares colombianos ayer y una familia completa hace dos días incluido un bebé de brazos, para citar solo sus últimas acciones, sino el expresidente que se atrevió a criticarlo.
Para efectos de la discusión digamos que no fue un error del Gobierno y que efectivamente la administración Santos declara como enemigo a Álvaro Uribe Vélez.
Muy bien, esa lectura, aunque probablemente algo acomodada, se ajusta a los hechos y tiene cierta lógica. Lo que sí no admite ningún tipo de lógica y no está soportado en los hechos ni por la evidencia es eso de que "para el Gobierno colombiano el enemigo no son las FARC [...], sino el expresidente que se atrevió a criticarlo".
No consigo encontrar las palabras para empezar a describir lo hipócrita y falaz de este intento de argumento. En primer lugar, el gobierno nunca dijo que el enemigo no fueran las Farc (a quienes, por cierto, el Gobierno les acaba de dar de baja a otro cabecilla).
En segundo lugar, ¿de qué se quejan? Esto es lo que nos legó Uribe. El expresidente, mientras ocupó la Casa de Nariño, violó los derechos constitucionalmente protegidos de toda figura pública que admitía no estar de acuerdo con sus tesis, los declaraba terroristas y complacientes con el terrorismo y ahora ¿sus seguidores se vienen a quejar porque a su asqueroso mesías le están dando un poquito de su propia medicina? ¡Qué hipócritas!
En tercer, pero no menos importante lugar, se encuentra el hecho de que un medio de información que está creciendo tan rápidamente como Libreta de Apuntes debería ser mucho más cuidadoso con el manejo de la información y procurar no manipularla ni desinformar a sus lectores, ni mucho menos hacerles pasar deducciones ilógicas, partidistas y polarizadas por información, en vez de opinión, que es lo que es.
En cuarto y último lugar, considero completamente irresponsable y lamentable que sigan haciéndole barra a la dañina ideología que reinó durante los ocho años del uribato, de que el que no está con Uribe está con las Farc. No sólo es una posición ridícula, sino que fue la excusa perfecta para que durante ocho años tuviéramos que aguantar los embates contra la libertad y la igualdad que la administración de ese intento de capataz llevó a cabo con inusitada y alarmante frecuencia y que se prestó para perseguir a la oposición, cambiar ilegalmente el texto constitucional y permitir que ese pestilente y megalomaníaco expresidente se aferrara al poder durante cuatro años más.
Así que lo siento, pero Uribe sí es un enemigo del Gobierno -y por extensión, de los colombianos- al igual que lo son las Farc. Tener a uno como enemigo no hace que no se pueda tener también al otro como enemigo. No son posiciones mutuamente excluyentes, ni deberían serlo.
Aunque ya que ponen el tema sobre la mesa, no estaría de más que se pregunten quién se portó con las Farc como si no fueran el enemigo, porque la última vez que me fijé fue Uribe quien liberó a Granda, fue el gobierno de Uribe quien presentó una ley que le reduce a ocho años de prisión la condena al terrorista que confiese y fue la bancada uribista la que aprobó esa ley, conocida con el eufemismo de Ley de Justicia y Paz y fue Uribe quien se ensañó y promovió un estúpido juicio contra unos pobres militares que se encontraron una guaca con millones de los terroristas y lo cogieron (lo que habría sido uno de los mejores alicientes a la hora de poner a las Farc como enemigos: el que se encuentre un botín, se lo queda. En vez de eso, Uribe estaba más preocupado porque los militares no se quedaran con el dinero mal habido de la guerrilla).
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