jueves, 9 de octubre de 2014

Los wiwa y el 'castigo' de la naturaleza



El sábado, un rayo mató a 11 indígenas de la tribu wiwa, en la Sierra Nevada de Santa Marta.

Esta fue la explicación que dio el jefe de la tribu:

El mamo Ramón Gil, la máxima autoridad de los wiwa y uno de los indígenas tradicionales más conocidos de la Sierra Nevada, dice que hace dos años la naturaleza le había advertido que debían pagar por tantas talas y saqueos que se han realizado en estas montañas.

Esa advertencia se hizo realidad cuando en la madrugada de este lunes, asegura el mamo, un rayo cayó sobre la unguma, choza ceremonial donde estaban reunidos unos 50 wiwas de la cuenca media del río Guachaca, y mató a 11 indígenas y dejó a otros 20 con heridas.

No seré yo quien justifique la tala indiscriminada, ni los saqueos, pero esta explicación del 'castigo' a los wiwa por lo que hacen los no-wiwa es tan absurda como el argumento-amenaza cristiano de que los huracanes son un castigo por no discriminar a los LGBTI.

Nunca pensé que los wiwa rebajaran a su Madre Naturaleza a la ridiculez del dios cristiano, que tiene un fetiche con la sangre humana. Y es triste porque, teniendo todo ese poder, la una podría reforestar en un santiamén así como el otro podría hacer heterosexuales a todos.

Pero no — es mejor matar gente y que sus muertes sean interpretadas de manera conveniente para la agenda política y los intereses personales del gurú de turno.

El señor Gil lleva años diciendo estas cosas. En el 2011, en un video de Telecaribe titulado ¿Por qué pagamos espiritualmente? (?), don Ramón nos cuenta que los humanos tenemos una deuda espiritual con la naturaleza (??) porque los no-wiwa (o los "hermanitos menores", como él nos llama de manera condescendiente y orwelliana —y algunos dirían que hasta racista—), no pedimos permiso para talar la madera. Pero, ¿a quién se le pide el permiso? ¿Y cómo sabemos si el permiso es concedido? ¿Confiando en la palabra de un líder religioso? No lo creo.



Ese no es el derecho de las cosas. Una amenaza velada de que un ser del cual no tenemos evidencias desatará su furia por no someternos a sus designios no es la forma de tratar a nadie, indígena o no.

Ya que contamos con la evidencia, podemos afirmar con razonable certeza que la tala indiscriminada afecta al ecosistema y tiene un impacto directo en el aumento de los gases efecto invernadero. Pero no hay ninguna especie de vendetta cosmológica contra los wiwa por la tala indiscriminada, así como nunca la hubo contra Roy Sullivan, quien tiene el récord de ser la persona más veces alcanzada por rayos — ¡y sobrevivió a todos los siete impactos!

Los paralelismos entre las creencias wiwa y el cristianismo son asombrosos —y preocupantes—: poderosos dioses con una constante necesidad de idolatría humana y una psicótica tendencia al homicidio a la menor señal de desobediencia; ambos con pueblos elegidos, 'superiores' a los demás; una narrativa que, como bien nos ha enseñado la Historia, siempre ha servido para justificar la discriminación.

Se puede dotar a las comunidades indígenas con mejores instalaciones —para garantizar su seguridad cuando se reúnen— y así sobrevivirán cuando la madre naturaleza se ponga en plan Zeus. De paso, sería buena idea combatir la tala indiscriminada, no porque alguien se crea las amenazas religiosas de los wiwa, sino por la muy real amenaza del cambio climático.

(vía Martín Andrés Caicedo Amaranto | Imagen: AlicePopkorn via photopin cc)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.