A finales de abril conocimos el caso de Miguel Trujillo, un profesor de Filosofía ateo de Garzón (Huila) que puso a pensar a sus estudiantes, y como los analfabetos padres de familia no pudieron responder a las preguntas que les planteaban sus hijos al salir de clase, recurrieron al amor cristiano — amenazas, intimidaciones, incitación al matoneo desde la parroquia local. Uno de estos especímenes incluso intentó golpearlo durante una entrega de calificaciones, aprovechándose de que Trujillo estaba convaleciente. ¡Tan valientes ellos!
Ayer, Bogotá Atea publicó una entrevista al profesor, donde Trujillo cuenta su versión de los hechos (¡que a los medios tradicionales no les interesó!) donde queda bastante claro que los creyentes del pueblo son hipócritas y peligrosos:
La conclusión que podemos sacar es que la libertad de cátedra debe primar como garantía de una educación de calidad y que pretender coartarla para que los niños sigan creyendo en mujeres-costilla y serpientes parlantes es un acto reaccionario que socava la educación y la libertad de cultos de los menores (que fue violada inicialmente cuando los suscribieron a esa mafia sin tener los suficientes elementos de juicio)... porque da la casualidad que ellos tienen el derecho a salirse de la superstición de sus padres — ¿y es que en pleno 2016 quién con dos dedos de frente sigue creyendo en la historia del zombie judío y la cruz-y-ficción?
Si hay alguna parte de la entrevista que les llame particularmente la atención, pueden señalarla en la sección de comentarios, indicando la marca de tiempo.
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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