Uno de los delirios posmodernos es el concepto de interseccionalidad, a saber, las formas en que las "instituciones opresivas" (racismo, sexismo, homofobia, transfobia, capacitismo, xenofobia, clasismo, etc) están interconectadas y no pueden examinarse por separado la una de la otra. Es otra ridiculez de la teoría crítica pero, al igual que esta, goza de mucha popularidad, pues facilita el victimismo en varios órdenes de magnitud — sólo falta que alguien tenga cualquier rasgo 'opresor' para desestimar cualquier cosa que diga (el más popular es el mansplaining: decir que algo está mal, es equivocado o no tiene validez, sólo porque lo afirma un hombre).
En Los ángeles que llevamos dentro, Steven Pinker ofrece una explicación científica que refuta la hipótesis de la interseccionalidad (pág. 687):
Contrariamente a la habitual suposición de que el racismo y el sexismo son prejuicios gemelos que apuntan a una estructura de poder masculino, con las mujeres afroamericanas corriendo doble peligro, Sidanius y Pratto observaron que las mujeres pertenecientes a minorías tienen muchas menos probabilidades de sufrir un trato racista que los hombres de esas mismas minorías. Las actitudes de los hombres hacia las mujeres pueden ser paternalistas o explotadoras, pero no combativas, como suelen ser hacia otros hombres. Sidanius y Pratto explican la diferencia en relación con la evolución de estas actitudes injustas. El sexismo surge en última instancia del incentivo genético de los hombres para controlar la conducta de las mujeres, en especial la conducta sexual. El tribalismo surge del incentivo de los grupos de hombres para competir con otros grupos por el acceso a recursos y parejas.
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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