Hace unos días se dio un "encuentro de saberes indígenas", en el que los curanderos de distintas tribus de Colombia discutieron durante horas la forma de 'integrar' la medicina con sus prácticas:
En medio de plantas, fuego y conocimientos ancestrales se celebró el primer encuentro en el que más de 50 médicos indígenas de diversos pueblos, trabajaron en conjunto en la forma de integrar la medicina occidental y las prácticas curativas de estas comunidades, en el Sistema Indígena de Salud Propia e Intercultural (SISPI), en los territorios ancestrales ocupados en la actualidad.
Este encuentro, discutió diversos temas relacionados con la implementación del sistema y los grandes retos que eso representa para los pueblos indígenas y que además, garantice la conservación de estas prácticas ancestrales en el territorio y que abarcan diferentes temas como la restitución de tierras, la conservación de plantas y semillas nativas, así como la capacitación del personal de salud en temas que incluyan la diversidad étnica y cultural de nuestro país.
Taitas, teguas, chamanes, parteras, palabreros, mayores y mayoras, abuelos y líderes comunitarios indígenas de todas las regiones del país se dieron cita en este gran diálogo de saberes en el que próximamente profundizaremos.
La integración no debería tener mayor problema: se diseñan estudios de doble y triple ciego con un número estadísticamente significativo de pacientes, en los que se pongan a pruebas las prácticas curativas de todas estas comunidades — las que superen la pruebas, son candidatas para integrarse en la medicina; y las que no, se desechan por no superar los estándares básicos de atención en salud. ¿Qué tanto hay que discutir?
La distópica idea de conservar estas prácticas por motivos culturales no es más que la expresión de un velado racismo que pretende que los ciudadanos indígenas no accedan a los tratamientos que verdaderamente funcionan, porque les parece una cuquera poner sus tropicales devaneos estéticos por encima del derecho a la salud de otras personas — y esto favorece a los líderes de las comunidades, pues les garantiza que mantienen su cuota de poder.
Ayy, tan buenos salvajes...
(vía Diego Castilla | imagen: Vanessa Vallejo)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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