Ayer, KienyKe publicó una entrevista que Édgar Artunduaga le hizo a Juan Carlos Henao, rector de la gloriosa Universidad Externado de Colombia (mi alma máter) — aunque el intercambio toca distintos temas, a mí me gustaron particularmente dos partes:
A nivel personal es coherente:
Un principio fundamental que me marca en el amor, en los hijos y en todo, es que nada me pertenece. Uno debe vivir bajo la filosofía más de la incertidumbre que de la seguridad. El ser humano tiene mucha tendencia a vivir con la seguridad, entonces necesita casarse con un matrimonio, tener tres carros y mil millones de pesos.
Pero la libertad es otra cosa. Cuando vos sabés que nada es tuyo, ni tu mujer, ni tus hijos, cuando vos partís de eso sos libre, ¿por qué? porque sabés que nada te pertenece. Yo estoy enseñado a vivir con la incertidumbre. Tengo por ahí un dejo anarquista.
[...]
Para mí los celos no existen, el matrimonio no es un contrato, es una unión libre entre dos personas hasta el día en que ellos decidan estar juntos. Se aburrieron, se consiguió otro, la fatiga del material que llaman, lo que sea, listo, uno se abre, a los cinco años, a los 10, a los 30. Lo ideal sería no abrirse uno, amarse.
A mi mujer yo la amo profundamente pero tenemos una relación bastante peculiar en ese sentido, de una libertad muy amplia en donde pueden ocurrir cosas, porque es que el problema de la libertad es que genera más riesgos en la vida. Pero yo sí creo mucho en eso de que las relaciones deben ser libres.
[...]
Sobre la muerte, ¿qué piensa? ¿Hay otra vida después de esta, hacia dónde nos vamos, le teme a la muerte, qué reflexiona sobre eso?
No creo que haya otra vida después de la muerte, yo creo que la muerte es la nada, como es antes del nacimiento, la nada. Te hablo en términos individuales, obviamente, porque otra cosa es la evolución de las sociedades.
No le tengo temor a la muerte, te digo con sinceridad. Toco madera para poder mantener esto al día que me esté muriendo pero creo que la muerte es el final, es el final de un camino que llegó.
Yo te diría, y no te lo digo con petulancia, porque lo que yo aspiro es morir en paz conmigo mismo, y creo que esa intención de morir en paz consigo mismo lo libera a uno de la muerte.
Me morí, listo, todo el mundo se muere, ¿eso es una obviedad, cierto? Pero unos se mueren distinto que otros. Lo ideal para el ser humano para liberarse de la muerte es morir en paz, decir cumplí, muero con la mente en alto, y fui un guerrero de la vida, amé la vida, me la gocé, ¿y en ese momento qué miedo le vas a tener a la muerte? Hombre, ninguno. Ojalá uno pueda durar lo más que pueda, ojalá uno pueda llegar a los ochenta y pico, noventa años, lúcido.
Por eso creo también en la eutanasia. El día en que me vea absolutamente diezmado, como una incomodidad para todas las personas, creo tener el derecho a la eutanasia, porque es uno quien decide sobre su propia vida.
Recomiendo leer toda la entrevista.
Los extractos citados me llaman la atención, no sólo porque me identifico con las palabras de Henao, sino porque aunque todos pueden repetir el cliché de que "el amor es libre", son pocas las personas que están dispuestas a ponerlo en práctica, y arriesgarse a tener relaciones libres. Yo matizaría que, si bien el matrimonio no debería ser un contrato, la figura existe para que las relaciones de pareja generen efectos jurídicos —que es la idea: que la desaparición de uno no deje desprotegidos a sus seres queridos—.
Cuando fue elegido rector de la Universidad, Ramiro Bejarano entrevistó a Henao y allí, el recién posesionado Rector contó la anécdota de que aunque él nunca se casó, sus hermanos que sí lo hicieron terminaron separados, mientras que él ya cumple varias décadas al lado de la misma mujer. En esta entrevista, Henao repitió la anécdota, que es muy diciente: el matrimonio no hace —ni arregla— una relación, ni produce sentimientos románticos por generación espontánea y ni siquiera garantiza estabilidad alguna.
Y el comentario sobre la muerte me llama mucho la atención, porque esa es una respuesta perfectamente atea: no creemos que haya vida después de la vida (así que no nos pueden chantajear con eso) y, sabiendo que esta vida es única y finita, queremos aprovechar al máximo nuestro tiempo en ella, para luego, al llegar al final, mirar en retrospectiva y sentir la satisfacción de haber aprovechado al máximo todos los momentos. Dudo mucho que el rector de La Sabana pudiera ofrecer una respuesta tan elegante y poética como la que dio Henao.
Cada vez que Henao aparece en medios de comunicación, me confirma que su elección como rector del Externado fue la mejor opción para suceder a Fernando Hinestrosa.
(imagen: Wikimedia Commons)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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