Robert Proctor, historiador de ciencias en Stanford va a lanzar el libro Golden Holocaust: Origins of the Cigarette Catastrophe and the Case for Abolition, algo así como El holocausto dorado: orígenes de la catástrofe del cigarrillo y argumentos para abolirlo, y como su título indica presenta argumentos para prohibir el cigarrillo.
Peter Singer, a quien tenía en buen concepto hasta el momento, comenta el libro y se pone del lado del prohibicionismo:
Proctor se equivoca: el artículo más mortífero de la historia es la religión. Pero para efectos del debate digamos que tiene razón: También podemos acabar con los carros, prohibir que las personas monten en avión. Y ya sé, ¡que tampoco salgan de sus casas!
Sí: la marihuana es la droga que nunca ha matado a nadie y por eso debería ser más legal que el cigarrillo. Aunque claro, ¿quién iba a permitir que tremendo monopolio cayera en manos de sudacas en vez de algún cultivador californiano de marihuana medicinal?
Pues lo siento, pero ese es el precio de hacer una elección, o una serie de elecciones. También la mayoría de los infectados de SIDA empiezan a tener sexo en la adolescencia, entonces ¿vamos a prohibir el sexo?
Hay pocas cosas que me molesten más que el afán prohibicionista de algunos sectores de la sociedad, que se creen superiores moralmente. Pero son peores. Yo no fumo nicotina, sin embargo estoy muy feliz de haber podido tomar esa decisión por mi propia cuenta.
Por otra parte, yo no me creeré que los gobiernos se preocupan por mi bienestar hasta que no empiecen a prohibir la religión (que ha sido a lo largo de toda la historia, la mayor causa de muertes en el mundo entero). El cigarrillo destruye los pulmones; la religión destroza el cerebro, las facultades críticas y la habilidad para entender la realidad sin distorsiones. Entonces, ¿cuál es que era el parámetro para aplicar prohibiciones?
Por último, tenemos que dejar de fingir que lo más importante en la vida son la longevidad y la buena salud. Hay cosas más importantes -como la libertad- y no le veo mucho el sentido a vivir 200 años si no puedo hacerlo como a mí me plazca. ¡Prefiero vivir unos 80 años bien vividos! Sí, estoy dispuesto a pagar con mi salud parte de mi diversión. En mi cosmovisión, es una inversión que vale la pena, ¿por qué habrían de extirparme la posibilidad de vivir mi vida según mis reglas?
Peter Singer, a quien tenía en buen concepto hasta el momento, comenta el libro y se pone del lado del prohibicionismo:
Como dice Proctor los artículos más mortíferos de la historia de la civilización no son las armas o las bombas, sino los cigarros. Si deseamos salvar vidas y mejorar la salud, ninguna de las acciones que tenemos a nuestro alcance sería tan eficaz como una prohibición internacional de la venta de cigarros. (Eliminar la pobreza extrema en todo el mundo es la única estrategia que podría salvar más vidas, pero sería mucho más difícil de alcanzar.)
Proctor se equivoca: el artículo más mortífero de la historia es la religión. Pero para efectos del debate digamos que tiene razón: También podemos acabar con los carros, prohibir que las personas monten en avión. Y ya sé, ¡que tampoco salgan de sus casas!
Para quienes reconocen el derecho de un Estado a prohibir el uso de drogas recreativas como la marihuana y el éxtasis debería resultar fácil aceptar una prohibición del cigarro. El tabaco causa más muertes que esas drogas.
Sí: la marihuana es la droga que nunca ha matado a nadie y por eso debería ser más legal que el cigarrillo. Aunque claro, ¿quién iba a permitir que tremendo monopolio cayera en manos de sudacas en vez de algún cultivador californiano de marihuana medicinal?
Incluso haciendo a un lado el daño que los fumadores hacen a los no fumadores, el argumento de la libertad de elección no es convincente en el caso de una droga tan adictiva como el tabaco, y se vuelve aun más cuestionable cuando se considera que la mayoría de los fumadores comienzan a fumar en la adolescencia y más tarde quieren dejar el tabaco.
Pues lo siento, pero ese es el precio de hacer una elección, o una serie de elecciones. También la mayoría de los infectados de SIDA empiezan a tener sexo en la adolescencia, entonces ¿vamos a prohibir el sexo?
Hay pocas cosas que me molesten más que el afán prohibicionista de algunos sectores de la sociedad, que se creen superiores moralmente. Pero son peores. Yo no fumo nicotina, sin embargo estoy muy feliz de haber podido tomar esa decisión por mi propia cuenta.
Por otra parte, yo no me creeré que los gobiernos se preocupan por mi bienestar hasta que no empiecen a prohibir la religión (que ha sido a lo largo de toda la historia, la mayor causa de muertes en el mundo entero). El cigarrillo destruye los pulmones; la religión destroza el cerebro, las facultades críticas y la habilidad para entender la realidad sin distorsiones. Entonces, ¿cuál es que era el parámetro para aplicar prohibiciones?
Por último, tenemos que dejar de fingir que lo más importante en la vida son la longevidad y la buena salud. Hay cosas más importantes -como la libertad- y no le veo mucho el sentido a vivir 200 años si no puedo hacerlo como a mí me plazca. ¡Prefiero vivir unos 80 años bien vividos! Sí, estoy dispuesto a pagar con mi salud parte de mi diversión. En mi cosmovisión, es una inversión que vale la pena, ¿por qué habrían de extirparme la posibilidad de vivir mi vida según mis reglas?
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