Como anticipé al responder un artículo en el que Fermín Grodira atacaba el movimiento escéptico, el suyo marcaba el inicio del ataque en el mundo hispano a nivel de medios de comunicación (que trolls y haters siempre ha habido), así que ya tenemos el siguiente artículo "escéptico de lo escéptico", porque resulta que todos ellos, siempre, buscan hacer críticas constructivas, pero los escépticos somos tipos desagradecidos que nos lo tomamos a mal cuando nos acusan de maniqueos, arrogantes y endogámicos — mira tú por dónde.
Para ser justo, el nuevo ataque, por Guillermo de Haro en Jot Down, parece menos agresivo (aunque reivindica el artículo de Grodira y hace preguntas tendenciosas, entonces cada quién saque su conclusión) — aquí respondo algunos de sus planteamientos:
Lo primero en toda investigación es su motivación. Demostrar que es importante investigar esa temática. Lo que llevó a la primera pregunta que me hacía: ¿por qué se ataca a empresas como Boiron pero no a tabaqueras? ¿Cuántas personas han muerto por culpa de la homeopatía y cuantas por culpa del tabaco en los últimos cinco años?
No entiendo la comparación. Cuando las tabacaleras han negado que su producto incrementaba significativamente el riesgo de padecer cáncer, se han llevado hostias y les han llovido los estudios que demuestran la relación entre el consumo de cigarrillo y el aumento del riesgo. Y, salvo que uno viva bajo una piedra, hoy todo el mundo sabe que el tabaquismo incrementa el riesgo de cáncer.
Boiron engaña a la gente, diciendo que sus preparados de agua azucarada son medicina, o remedios, o una alternativa a la medicina; lo que es más falso que patada de serpiente. Ahora bien, si tú sabes que el cigarrillo incrementa significativamente el riesgo de padecer cáncer, y decides fumar, allá tú. No sé otros escépticos —y no puedo responder por ellos—, pero yo le voy a la toma informada de decisiones: si sabes que la homeopatía no funciona mejor que el efecto placebo, pero decides consumirla, bien puedas. El punto está en que la gran mayoría de consumidores de homeopatía creen la publicidad engañosa y la toman sin saber que no sirve para nada, mientras que los fumadores saben lo que están haciendo.
Sigue de Haro:
Pero no solo eso, en algunos casos incluso empieza a usarse el victimismo: los verdaderos escépticos no se enfrentan a otros escépticos, sino a haters. Bueno, en realidad no todos los escépticos. Hay categorías. Es más, hay «movimientos», asociaciones, líderes, jerarquías. No estaría escribiendo esto tampoco de no ser porque no hace mucho un buen amigo me comentaba una preocupante anécdota. Un contacto común escribió una carta contra las pseudociencias que fue publicada en un medio relativamente especializado; al poco recibió una llamada de un «líder del movimiento escéptico» para decirle que quién era para enviar esa carta, que para eso ya estaba él. ¿Pero el objetivo no era aportar luz y hacer un mundo mejor gracias a la difusión de la ciencia de manera que la oscuridad fuera aclarada? ¿Ahora no vale hacerlo si no es siguiendo las premisas de un amado líder y esperando turno o permiso? Este tipo de actitudes son las que hacen dudar sobre este tipo de movimientos.
Como he dicho, no puedo responder por lo que hagan los demás. Y creo que ahí es donde patina de Haro: el movimiento escéptico —tan amorfo y vagamente definido como es— no puede controlar ni anticipar lo que hagan todos y cada uno de los escépticos, ya que, precisamente, no hay líderes, ni jerarquías.
Uno no puede tenerlo de ambas formas: o hay jerarquías y líderes, en cuyo caso, el escéptico de marras tal vez esperaba alineación y el uso de los protocolos adecuados; o no los hay (que no los hay), en cuyo caso, cada quien actúa por su cuenta —o, en el mejor de los casos, se pone de acuerdo con otros para realizar acciones conjuntas—, y el mencionado reclamo del escéptico es una actitud individual, solitaria, y no se puede juzgar al todo por la parte.
Sigue de Haro:
¿Puede demostrarse entonces que su estrategia va a terminar con la gente que consume homeopatía? ¿O con la que cree en los ovnis o en las ciencias ocultas? Para conseguirlo primero debemos entender por qué las personas creen en ello.
Primero habría que preguntarse si esos son los objetivos del movimiento escéptico. En mi caso, confieso, tengo dos posiciones encontradas. A veces, me gustaría simplemente que se eleve la homeopatía a la categoría de delito y sus charlatanes sean juzgados y condenados por un tribunal; en otras ocasiones, adopto la postura pragmática, y me conformo con que las personas sepan que los están estafando, pero allá ellos — cada quien puede hacer con su dinero lo que le venga en gana, y si les va gastarlo en algo que no funciona, pues para eso es su dinero y pueden pagar ese impuesto a la ignorancia que es comprar el agua más cara del mundo. Y quien esté interesado en saber si funciona, pues vendrá a leer al respecto y evitará despilfarrar su dinero.
Volviendo a de Haro:
A la vista de los hechos el objetivo principal parece ridiculizar (o reducir al absurdo, también me vale) hasta la victoria final. Últimamente no tanto a los «creyentes» sino a quienes les engañan. ¿Pero realmente funciona y llevará a la salvación? ¿En un mundo normal se puede conseguir que todo el mundo deje de creer en algo? ¿Qué dice la ciencia al respecto? Quizá hay un grupo de gente que necesita creer en algo y siempre va a necesitarlo. Quizá son adictos a la primera creencia que les convenció. Si es así, ¿es la solución el insulto, el ataque o el ridículo? ¿No provocará esto que se radicalicen más y ahonden más en esas posturas? ¿No es dar gasolina a quienes les engañan, dando por buenos sus postulados de «los malos los otros y los buenos nosotros»? Postulados que por cierto empiezan a utilizar también unos cuantos «escépticos».
Las preguntas en esta parte son decididamente tendenciosas. ¿"Salvación"? ¿De qué está hablando? En mi caso, puedo decir que la reducción al absurdo de las creencias irracionales (no necesariamente de sus promotores) sí funcionó — fui magufo pero la mejor forma de interesarme por estos temas y llegar al escepticismo, y que rechazara creencias que había sostenido con anterioridad fue con humor; para la muestra, la conferencia en TED de James Randi donde se toma todo un bote de pastillas homeopáticas para dormir es un clásico de esto — otro tanto hicieron Penn y Teller con su programa Bullshit (que no fue perfecto, y cometieron errores y en algunos casos se tomaron licencias ideológicas... pero ese es el punto: que ahora puedo reconocer el valor que tuvieron en la evolución de mi pensamiento y, al mismo tiempo, admitir que tuvieron sus fallas y hubo partes donde inducían a su audiencia a error). ¿Y cuántas personas no se habrán replanteado la astrología tras la caracterización de Sheldon en el piloto de The Big Bang Theory?
"¿Se puede conseguir que todo el mundo deje de creer en algo?" Sí. ¿Cuántos creyentes en la infalibilidad de Gengis Khan conoce de Haro? Yo, ninguno.
"¿Qué dice la ciencia al respecto?" La Guía para Refutar Mitos ha recogido la mejor evidencia psicológica disponible y sugiere que una refutación con mayor probabilidad de éxito se concentre en enfatizar los hechos, advertir que se está ante un mito, ofrecer una explicación alternativa y, en lo posible, incluir gráficos. De ahí a que todos, absolutamente todos los seres humanos que sostienen alguna creencia irracional, la abandonen, probablemente no ocurra en nuestras vidas, ni de un momento a otro.
"Quizá hay un grupo de gente que necesita creer en algo y siempre va a necesitarlo". Y quizá no lo hay; quizá sólo hay personas de quienes se han aprovechado en un momento de debilidad emocional y les han fallado miserablemente los sistemas educativos.
En cuanto a la radicalización magufa, desde hace un buen tiempo conocemos el backfire effect, o efecto contraproducente que, de hecho, sí hace que las personas se aferren más a sus creencias irracionales. Precisamente por esto —y tomando la ciencia en cuenta—, se han explorado alternativas, como la de inocular contra magufadas. También resulta que "la gente" no es un concepto monolítico. Hay personas que encontrarán útil la información provista por los escépticos. Y cualquier escéptico que escriba con regularidad de estos temas invariablemente habrá recibido la que, para mí, es la mejor recompensa de todas (y supera con creces todos los agravios, ataques, retiradas de amistad y amenazas que se reciben por esta labor): el correo de agradecimiento de una persona que dio con nuestro contenido y le ayudó a superar creencias irracionales. Así que hay de todo; casos de éxito y casos en los que la psicología humana hace que los crédulos se aferren a sus creencias.
En cuanto al maniqueísmo, como ya he dicho, no puedo responder por lo que hagan o dejen de hacer los demás escépticos (o autodenominados escépticos). Y, de nuevo, no sé dónde está lo extraño: esto ocurre en todos los grupos humanos, y los escépticos no somos ajenos a la especie. Lo extraño es que a alguien le sorprenda que algún individuo se ponga en plan tribalista.
Sigue de Haro:
[A] fin de cuentas la gente que va a despedir Boiron tras la caída de ventas tendrá que buscar otro trabajo, por lo que podrían pasarse a la venta de «nutriolos» o a vender replicas de la zapatilla de Brian. Pero supongo que como buena gente de ciencia conocedora de los sistemas complejos ese pequeño impacto sin importancia también lo habrán analizado y tendrán una solución. O una propuesta. O una alternativa. O quizá simplemente les parece que los miles de personas que trabajaban en Boiron son todos culpables de crímenes contra la humanidad, sabían todos lo que hacían y merecen la peor de las suertes. No lo tengo claro, de esto no se habla mucho, la verdad. ¿Será por falta de liderazgo? ¿O transparencia? ¿O no es un tema relacionado con el entorno escéptico el impacto de sus acciones?
No, no, no. Si Boiron cierra —en esa maravillosa fecha—, serán ellos quienes deban responder: ¿por qué contrataron a alguien y le dieron la expectativa de poder sostener su cargo cuando claramente estaban engañando a la gente? ¿Incluyen sus contratos un disclaimer de responsabilidad por fabricar productos fraudulentos? ¿Por qué tenemos que responder nosotros cuando ambas partes firmaron el contrato laboral sin nuestra mediación? (Igual, no hay mucho de qué preocuparse: a diferencia de sus víctimas, Boiron todavía goza de buena salud.)
Si vives un una sociedad con un sistema económico capitalista y tomas un trabajo, ese trabajo siempre viene con la posibilidad de que la empresa quiebre y pierdas el trabajo. Ese es un riesgo que todos tomamos al aceptar un empleo. Y no, no creo que todos los empleados de Boiron sean villanos de James Bond, pero eso no cambia el hecho de que ellos, sin intermediación de nadie, firmaron con Boiron y asumieron el riesgo de que la empresa falle cuando/si toda la sociedad se vuelve un poquitín más racional.
De Haro, entonces, hace otra pregunta capciosa:
Supongamos un escéptico hipotético de un hipotético movimiento que trabaja para un periódico que incluye un horóscopo. O para un canal de televisión que anuncia productos de esos que te reconfiguran el ADN como ya quisiera la oveja Dolly. ¿Debería dejarlo por coherencia? ¿Debería hablar de ese medio para el que trabaja en los mismos términos y con la misma intensidad que habla de otros casos similares? ¿O hay excepciones a la norma y en estos casos no pasa nada? ¿Hasta qué extremo se debe radicalizar ese tipo de comportamiento?
Es diferente. Completamente diferente. La principal fuente de ingresos de un medio de comunicación (normal) no se basa en engañar personas para que pongan en riesgo su vida y su salud, comprando agua costosa. Los medios que incluyen horóscopos no tienen un modelo de negocio basado en explotar la ignorancia de la gente. Y da la casualidad de que yo puedo responderle el ejemplo a de Haro, porque cuando trabajé en El Tiempo —el periódico de mayor circulación en mi país—, mi jefe me solicitó que preparara una nota que promovía creencias irracionales, tarea que no sólo no hice sino que le expliqué que me negaba porque era promover el pensamiento mágico; para que siguiéramos teniendo clicks hice notas de divulgación científica y hasta monté una fotogalería sobre el ramadán.
Uno puede trabajar en un medio que publica el horóscopo y mantener su integridad. Uno puede criticar la decisión de publicar el horóscopo y ofrecer publicaciones alternativas. Yo conservé mi trabajo e hice un buen trabajo aún cuando no estuviera de acuerdo con decisiones editoriales y se lo hiciera saber a mi jefe.
De Haro termina diciendo que el impacto del movimiento escéptico no se puede medir y que "[l]o que no se puede medir no se puede mejorar, y a menudo tampoco justificar" — pero que todavía no tengamos ningún estudio sobre el impacto del movimiento escéptico no hace inútil nuestra labor. Aunque los escépticos hemos existido por más de cien años, yo aventuro que la aparición de Internet ha tenido un rol muy importante en la expansión del escepticismo y su impacto; al igual que con la religión, el fácil acceso a mucha información equilibra el campo de juego, y eso se ve reflejado en la aparición de sitios escépticos en toda la web.
Es cierto que no vendría mal medir nuestro impacto como movimiento; aunque algunos datos pueden arrojar luces en ese sentido. Por ejemplo, la explosión de sociedades y asociaciones escépticas alrededor del mundo a partir de 1976, cuando se fundó el Committee for Skeptical Inquiry (CSI). O el hecho de que en muchos países civilizados se está cercando la homeopatía y no es descabellado pensar que en unos años podría prohibirse —o, por lo menos, dejar de ofrecerla como parte del sistema de salud público—.
Guillermo de Haro tuvo más decoro que Fermín Grodira para señalar que esto o aquello era hecho por "algunos" escépticos, aunque su tono y preguntas tendenciosas dan a entender que, al igual que Grodira, sigue juzgando el todo por la parte. El movimiento escéptico no puede responder por lo que haga cualquier persona en nombre del escepticismo o, peor aún, por algo que haga un autodenominado escéptico que resulte siendo contraproducente o incluso antitético para el escepticismo.
Si quieren ser "escépticos de lo escéptico" (como lo ponen ellos mismos) porque no todos los escépticos cumplen con sus estándares, o porque creen tienen preguntas capciosas con las que nos corcharían, están en su derecho, pero eso no dice nada del movimiento escéptico en su conjunto. Las críticas constructivas siempre son bienvenidas, pero no es honesto disfrazar ataques subrepticios como si fueran críticas.
¿Por qué no empezar a recolectar datos sobre el impacto del movimiento? ¿Por qué no hacer las preguntas sobre Boiron, las tabacaleras y los medios en las listas de correo, o en Facebook, o en las páginas de las asociaciones? ¿Por qué no buscar a otros escépticos interesados en estos temas y armar grupos de debate, o plantear estas cuestiones en las reuniones de Escépticos en el Pub? Es que esto de ir a los medios tradicionales a publicar lo malos malotes que son algunos escépticos (y así, sin nombres, ni enlaces, ni nada) y lo mal que lo estamos haciendo por no hacer lo que ellos dicen (y que jamás se molestaron en venir a sugerir) — no, no tiene mucha pinta de crítica constructiva.
(vía Ricardo Palacios | imagen: ビッグアップジャパン)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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