Si los periódicos ofrecen cualquier cantidad de idioteces esotéricas durante las festividades decembrinas, eso es porque hay quien se crea todas esas mentiras.
Para la muestra, lo que pasó en una plaza de mercado de Cali ad portas del 2013:
Y quizá la parte más triste de todas:
Una muestra de que se puede ser analfabeta científico y profesional al mismo tiempo.
Para la muestra, lo que pasó en una plaza de mercado de Cali ad portas del 2013:
La plaza de mercado del Alameda no da abasto para atender a los compradores de hierbas, productos esotéricos, uvas verdes y velones.
Los vendedores dicen que durante este fin de año los pedidos se incrementan en un 50 por ciento, incluso, algunos aseguran que crecen hasta en un 150 por ciento.
Las hierbas se utilizan en infusiones, baños y riegos para el hogar, o, el carro. Se dosifican, según la necesidad.
Así como las infusiones tienen fines medicinales, otras ayudan con la limpieza de energías, o, para que fluya la prosperidad y el dinero.
Las hierbabuena, manzanilla, las siete clases de albaca, quereme, sígueme, venga venga, pega pega, siéntate aquí y el botón de oro son las denominadas hierbas dulces que se pueden combinar con girasoles, miel, canela y rosas rojas.
"Pero no con azúcar porque atrae la envidia", advierte Isabel Bedoya, vendedora de hierbas desde hace 12 años en esta galería y con una experiencia a cuestas de 40 años.
En un día común y corriente se acercan a su puesto un promedio de 60 personas, pero durante la temporada decembrina debe atender a cerca de 200 diarias.
Lo que más le piden son las flores de ajo para formar un ramillete con el abre camino; romero y flores amarillas para recibir el año nuevo con energía y prosperidad.
Un ramillete de hierbas para la suerte cuesta entre 5.000 y 7.000 pesos.
Pero también hay mucho pedido de cilantro, tomillo y orégano para adobar la carne de fin de año.
Y quizá la parte más triste de todas:
La vendedora de hierbas tiene cuatro hijas, todas profesionales, pero siguen ayudándola con el negocio, dicen que para preservar la tradición y porque confían, ciegamente, en las propiedades de las plantas y en el conocimiento de su madre.
Una muestra de que se puede ser analfabeta científico y profesional al mismo tiempo.
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