domingo, 26 de mayo de 2013

Juan Manuel Santos, siempre por el camino fácil



En medio del proceso de impunidad que el Gobierno lleva a puerta cerrada con los terroristas, el ministro del Interior, Fernando Carrillo, salió a defender el proceso, diciendo que "lo fácil sería exterminar la subversión", dando a entender que el Gobierno se rehúsa a tomar los caminos fáciles y prefiere lo complejo como sinónimo de lo correcto.

Pues lo siento, pero la evidencia apunta a lo contrario. Desde que estaba en campaña, Juan Manuel Santos y sus actos han estado marcados por hacer todo de la manera más fácil y conveniente.

Por ejemplo, durante su campaña a la Presidencia, Juan Manuel Santos dijo que la única diferencia entre Antanas Mockus y él es que él sí cree en dios, jugando, facilistamente, con la estigmatización de los ateos que nos caracteriza como inmorales, lo que es una mentira gigantesca, que él usó a su favor. (Y por cierto, Mockus no es ateo, es tan católico como Santos - dos mentiras en un sólo movimiento; a que eso es facilista.)

No está de más recordar que su director de campaña fue J.J. Rendón, experto en el sucio juego del marketing político.

Luego, una vez elegido, el Presidente ha recurrido a las típicas jugadas populistas, como es regalar casas 'gratuitas' y hacer proselitismo en las iglesias, donde volvió a jugar la carta de discriminar a los ateos, una táctica fácil, que refuerza estereotipos negativos y la discriminación y persecución contra los no-creyentes.

Y Santos no desperdició la oportunidad de hacer más populismo y conseguir el apoyo de los creyentes -libre de todo sentido democrático-, cuando Laura Montoya fue canonizada por la Iglesia Católica - el partido de Gobierno presentó dos proyectos de ley en el Congreso, tanto para imponer un nuevo festivo religioso, como para despilfarrar dinero de los contribuyentes en la construcción de un mausoleo de la 'madre' Laura. Por supuesto, también con costo al erario, Santos fue al Vaticano a la canonización de Montoya, llevando una amplia comitiva de personas que nada que ver.

Y es que cuando se trata de complacer a la Iglesia Católica, el gobierno de Santos se olvida de hacer lo difícil y correcto (defender el Estado laico), para ponerse al servicio de la Santa Inquisición. No de otro modo se explica su silencio cómplice ante el proyecto de ley de matrimonio igualitario, que hundieron las huestes homófobas, todo para que la Iglesia siguiera apoyando el proceso de paz.

Y es que si hay algo con lo que Juan Manuel Santos tenga más fetiche que con complacer cristianos sacrificando los derechos de los demás, eso es el proceso de paz, que ha contado con una campaña de desprestigio a todo aquel que ose cuestionarlo. "Enemigo de la paz" chillará el Ejecutivo cada vez que alguien tenga una pregunta incómoda para el gobierno - una táctica lo más de facilista que aprendió de su predecesor Álvaro Uribe, cuando tildaba de "terrorista" a cualquier opositor y disidente.

Así que el ministro Carrillo miente cuando anuncia que el Gobierno se aleja de lo fácil para hacer lo correcto - nada más lejos de la verdad. Pero hay que entenderlo: si es más fácil mentir que admitir los errores, ¿por qué no hacerlo?

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