Siempre me pasa. Cuando escribo en el Twitter de algún funcionario público o una dependencia estatal, me fijo en su timeline, como por ver qué hay de nuevo. Y siempre me encuentro con promociones de estupideces, ya sea de la religión, o de la pseudociencia (¡los del Jardín Botánico!) o ambas.
Esta vez fue el Invima:
Pues por más que lo hagan y así sea una práctica recurrente, eso no lo hace mejor. Lo empeora: la Constitución establece un estado aconfesional, o sea que no se le puede dar beneficio ni reconocimiento especial a ninguna creencia por encima de ninguna otra ni a todas por igual por encima de la descreencia.
El Estado -sus dependencias y sus funcionarios en ejercicio del cargo- no puede, o sea: tiene prohibido, profesar o favorecer una religión o cualquier creencia en un ser sobrenatural, algo que el community manager del Invima se pasó por el Arco del Triunfo cuando decidió hacerle retweet a una invitación a hacer una cadena de oración.
Por supuesto, él, en su fuero interno y no estando en ejercicio de su cargo -mejor dicho: usando su Twitter personal en su tiempo libre-, bien pudo haber promovido las cadenas de oración que quisiera y todos los métodos que considere que sirvieran para la liberación de la niña secuestrada (algo en lo que el amigo imaginario nunca ha ayudado, a decir verdad).
Pero lo que hizo fue una violación de la Constitución y su principio laico, que garantiza, precisamente, la libertad de cultos.
Esta vez fue el Invima:
Hagamos una cadena de oración por la pronta liberación de Nohora Valentina es injustificable q este presa de su libertad
Pues por más que lo hagan y así sea una práctica recurrente, eso no lo hace mejor. Lo empeora: la Constitución establece un estado aconfesional, o sea que no se le puede dar beneficio ni reconocimiento especial a ninguna creencia por encima de ninguna otra ni a todas por igual por encima de la descreencia.
El Estado -sus dependencias y sus funcionarios en ejercicio del cargo- no puede, o sea: tiene prohibido, profesar o favorecer una religión o cualquier creencia en un ser sobrenatural, algo que el community manager del Invima se pasó por el Arco del Triunfo cuando decidió hacerle retweet a una invitación a hacer una cadena de oración.
Por supuesto, él, en su fuero interno y no estando en ejercicio de su cargo -mejor dicho: usando su Twitter personal en su tiempo libre-, bien pudo haber promovido las cadenas de oración que quisiera y todos los métodos que considere que sirvieran para la liberación de la niña secuestrada (algo en lo que el amigo imaginario nunca ha ayudado, a decir verdad).
Pero lo que hizo fue una violación de la Constitución y su principio laico, que garantiza, precisamente, la libertad de cultos.
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