En el imaginario colectivo existen ciertos íconos del bien que parecen ser intocables. Es de lo que predan las relaciones públicas y en lo que se basa la idealización de ciertos nefastos personajes.
Jesús -a pesar de que no haya pruebas de su existencia- es quizá uno de los más reverenciados personajes en la historia de la humanidad. De hecho, siempre se habla de lo bonitas que fueron sus enseñanzas y de cómo este sería un mundo mejor se siguiéramos las propuestas del mesías. Eso debería cambiar:
Esto hace parte de un artículo sobre exactamente este tema, en el blog de Greta Christina, que recomiendo.
Jesús -a pesar de que no haya pruebas de su existencia- es quizá uno de los más reverenciados personajes en la historia de la humanidad. De hecho, siempre se habla de lo bonitas que fueron sus enseñanzas y de cómo este sería un mundo mejor se siguiéramos las propuestas del mesías. Eso debería cambiar:
Sí, el personaje de Jesús en los evangelios habla de amor y respeto y humildad, curación de los enfermos y el cuidado de los pobres. Pero también habló de la maldad de los delitos de opinión, y el pecado del divorcio; del valor del abandono del pensamiento racional, y la nobleza de abandonar a la familia y la responsabilidad de llevar a cabo una práctica religiosa. Habló con aprobación de la serena aceptación de la maldad y la opresión en este mundo. Y habló -una y otra vez, como un disco rayado- sobre toda la importancia de creer que él era Dios, y obedecer sus mandamientos. Habló una y otra vez sobre cómo había sólo una manera correcta de practicar la religión, y cómo hacer esto era una prioridad mucho mayor que ser una buena persona en el mundo.
Si crees que es normal y saludable pensar en cosas que en realidad nunca harías, que expresar la ira a menudo es útil y saludable, que la gente buena debe resistir el mal y la opresión, que la vida sexual y marital no son asunto de nadie sino de los involucrados; que personas de diferentes religiones, e incluso sin ninguna fe, pueden ser buenas personas; que no debes simplemente creer lo que te dicen; que las mujeres y los hombres deben tener los mismos derechos matrimoniales, que las acciones hablan más que las palabras y las creencias, que la religión no debe dividir a la gente, que la verificación de datos es una habilidad valiosa, y que es más importante tratar bien a los demás, que tener exactamente la misma doctrina religiosa... entonces qué bien por ti. Yo también lo creo. Pero si crees que los Evangelios reflejan la realidad de su vida y enseñanzas, al parecer, Jesús no lo pensaba.
Esto hace parte de un artículo sobre exactamente este tema, en el blog de Greta Christina, que recomiendo.
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