Resulta común tanto a católicos como a cristianos, considerar que son superiores moralmente simplemente por creer en un amigo imaginario. No sé qué tiene que ver lo uno con lo otro, pero sí sé que a menudo la evidencia señala todo lo contrario: tener religión convierte a las personas en cretinas.
Por ejemplo, un caso en Rivadavia, Argentina:
Ese no más es el título y ya da mucho para pensar.
En esta web católica, encuentran dignas de alabanza varias circunstancias que a mí me hacen vomitar: no les preocupa mucho que una niña discapacitada haya sido violada, ni que no haya ejercido sus derechos sexuales y reproductivos, sino que en vez haya dado a luz a la semilla de un violador. ¡Vaya triunfo de la vida y del amor!
¿En serio? ¿Ha triunfado la vida? ¿Una persona violada, que tiene una incapacidad del 80% de sus funciones fisiológicas y que además de todo no usó sus derechos reproductivos y sexuales? A veces se me olvida que por "vida" yo entiendo algo diferente a "valle de lágrimas", que es el marco mental con el que operan los católicos.
Y ya empezamos a ver aquí cómo deliran los creyentes, apoyándose en su ignorancia autocomplaciente. El bebé no tiene ninguna culpa y tampoco la tenía cuando era feto ni blastocisto y alcanzaba a ser sido abortado.
Si el dicho de que "el amor entra por la puerta, el hambre lo echa por la ventana" es cierto, me gustaría ver cómo hacen estos retrógrados católicos para que esta nueva vida no se muera de hambre especialmente cuando el caso particular de esa familia es este:
Y ahí no terminan los escabrosos datos:
Pues vaya triunfo del amor.
Por ejemplo, un caso en Rivadavia, Argentina:
Triunfo de la vida y el amor: nace un bebé de una joven discapacitada que sufrió una violación.
Ese no más es el título y ya da mucho para pensar.
En esta web católica, encuentran dignas de alabanza varias circunstancias que a mí me hacen vomitar: no les preocupa mucho que una niña discapacitada haya sido violada, ni que no haya ejercido sus derechos sexuales y reproductivos, sino que en vez haya dado a luz a la semilla de un violador. ¡Vaya triunfo de la vida y del amor!
Hace menos de un mes nació en la localidad de La Bebida, Rivadavia, Argentina, un bebé de 3 kilos en perfecto estado de salud que se ha convertido en el más mimado de la familia y los vecinos. Su madre es una joven de 23 años con un 80% de incapacidad total y permanente. El bebé es fruto de una violación, lo que añade dramatismo a una historia en la que ha triunfado la vida.
¿En serio? ¿Ha triunfado la vida? ¿Una persona violada, que tiene una incapacidad del 80% de sus funciones fisiológicas y que además de todo no usó sus derechos reproductivos y sexuales? A veces se me olvida que por "vida" yo entiendo algo diferente a "valle de lágrimas", que es el marco mental con el que operan los católicos.
El amor puede con todo
“Son los frutos de la fuerza del amor. Aunque el hecho de la violación es lamentable, el bebé no tiene culpa alguna”, subraya esta asociación.
Y ya empezamos a ver aquí cómo deliran los creyentes, apoyándose en su ignorancia autocomplaciente. El bebé no tiene ninguna culpa y tampoco la tenía cuando era feto ni blastocisto y alcanzaba a ser sido abortado.
Si el dicho de que "el amor entra por la puerta, el hambre lo echa por la ventana" es cierto, me gustaría ver cómo hacen estos retrógrados católicos para que esta nueva vida no se muera de hambre especialmente cuando el caso particular de esa familia es este:
“Nosotros somos pobres. Yo cobro una pensión por los siete hijos, mi marido hace changas, mi hija de 18 años trabaja de empleada doméstica. Mi hija no tiene pensión por su discapacidad y nos hacen falta muchas cosas, pero al niño nunca le va a faltar nada. Con el muchacho verán lo que harán, porque no puede ser que un yerno me haya hecho eso’”, dice Hilda.
Y ahí no terminan los escabrosos datos:
Embarazada de cinco meses se dio cuenta de la situación
El drama se descubrió cuando la joven estaba embarazada de cinco meses. Su madre le preguntó y entonces la joven señaló a su propio cuñado. Esta había ido a casa de su hermana para ayudarla con los hijos y la casa, pues su minusvalía no le impide desempeñar bien las labores del hogar.
Al saber del abuso, se produjo una fractura en las relaciones familiares, aunque no hubo denuncia.
Pues vaya triunfo del amor.
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