El sacerdote Jesús Hernán Orjuela (alias padre Chucho) no es desconocido por acá: es el matoncito religioso que pone su música a todo volumen a las 4 a.m. y que sus vecinos se aguanten, porque sí, porque su superstición le da ínfulas de superioridad moral para joderle la vida a los demás. También por ahí coqueteó con lanzarse a la alcaldía de Bogotá, porque nadie mejor para un puesto de elección popular en un Estado de derecho que alguien que considera que está por encima de las leyes.
Pues como con muchos otros charlatanes impresentables, Orjuela también tiene un libro para sus descerebrados seguidores — Pregúntele al Padre Chucho. Allí, el padrecito se despacha contra los ateos repitiendo el meme ateofóbico más idiota — que dizque somos incapaces de amar:
Entonces, con respecto a los ateos, si es que no creen en el amor, tendrán que asumir que Dios no existe y quien asume esto es un terrorista que destruye vidas, pues no hay nada de valor. Quien asume la vida sin amor es un peligro para la sociedad y mucho más si ejerce alguna función de gobierno.
What the fuck?!? El amor es una serie de respuestas biológicas y psicológicas que cualquier persona con un cerebro y un sistema nervioso central funcionales puede sentir, independientemente de lo que crea.
Lo del padre Chucho es la falacia de mover la meta — una trampa semántica—, aunque sería iluso esperar honestidad intelectual de cualquier líder religioso.
Si empezamos a denominar "dios" a los árboles, por supuesto que dios existe, pero no entendido como ser supremo, creador de todas las cosas, ser que vigila a los seres humanos o tiene súperpoderes.
Ya tenemos una palabra para el amor: "amor". Y, rigiéndonos por el significado que le dan la mayoría de diccionarios y personas comunes y corrientes cuando hablamos de "amor", los ateos creemos en el amor en la misma proporción que los creyentes.
Lo de terroristas y no ser aptos para ocupar un cargo de elección popular no son más que mentiras — de hecho, no creo que haya una mejor cualidad para un candidato que tener los pies en la tierra y no creer en ridículas supersticiones de la Edad de Bronce.
(vía Leonardo Amado | imagen: @CaracolTV)
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