Una de las características más molestas de buena parte de la izquierda es su renuncia al materialismo, que ha sido reemplazado por todo tipo de supercherías buenrollistas como el yoga, el feng shui, la homeopatía y la adopción de las formas más extremas de falacia naturalista, lo que colorea sus opiniones en temas como transgénicos, alimentos 'orgánicos', o el fracking.
La adopción de la superstición, por supuesto, también ha significado la reivinidcación del cristianismo y su pútrido sistema de antivalores que osan llamar 'moral'. Para la muestra, Iván Gallo acaba de publicar en Las2Orillas una crónica de cómo Silvestre Dangond pasó de ser un degenerado a un devoto creyente cristiano:
Pero un día se cansó de las mujeres, del trago, de la noche. Se cansó de prometerle cosas a su esposa que nunca le iba a cumplir, de atracarse de noche con pedazos de pollo frito que lo llevaban a subir, en un par de semanas, 15 kilos. En octubre del 2015 Pieri [Avendaño, su esposa], extenuada por las llamadas sin respuestas, lo fue a buscar a Bogotá y ambos fueron a ver a Alex Campos en una iglesia cristiana. Silvestre ya conocía al músico bogotano por el libro Poemas de Dios que la misma Pieri le había regalado. Pero al verlo en vivo sintió la gracia divina que hace desmayar y soltar en profusos llantos histéricos a todo aquel que lo toque. Sorpresivamente Silvestre subió al escenario, se arrepintió delante de cientos de fieles de todos sus pecados y cantó a dúo con Campos la canción Mi fiesta que salió esta semana al mercado.
Entonces, libre del peso que lo oprimía, Silvestre volvió a Miami con su familia, se tomó un tiempo de descanso y ahora se le ve renovado como el jurado bonachón de A otro nivel el reality de Caracol que promete reventar el rating. El trago, la noche, los excesos y los escenarios, los ha reemplazado por una Biblia, su familia, agua mineral y un set de grabación en el que quiere resaltar nuevos talentos musicales. A sus 35 años Silvestre Dangond enterró su ego.
Uno tiene que ser muy especial para no darse cuenta que renunciar al pollo frito para no subir 15 kilos tiene todo que ver con el ego — a quien ha enterrado su ego, el peso le traería sin cuidado.
El problema, realmente, es que Gallo maneja un asfixiante maniqueísmo que no se sostiene en la realidad. Cualquier persona que haya escuchado una canción de Silvestre, antes o después de su encuentro con Campos, puede ver que abundan las menciones a su dios. Silvestre Dangond no se convirtió — él ya era cristiano.
Pero en Colombia existe esta tendencia a glorificar que personajes públicos se convierten en cruzados cristianos como si su falta de fanatismo implicara que antes eran menos creyentes — también ha pasado con Don Jediondo y Amada Rosa Pérez.
Por supuesto, Dangond puede creer en lo que quiera (y pensar que antes no era un buen creyente, o un verdadero creyente), pero eso no lo hace un modelo a seguir ni nada por el estilo; es que no puedo evitar la sensación de que Gallo aprovechó el episodio como un filón para atacar el consumismo... lo que, con su maniqueísmo de por medio, se convirtió en un enaltecimiento del cristianismo — es curioso cómo el puritanismo puede unir dos visiones que, en principio, son opuestas.
La cuestión es que ninguna persona medianamente racional exaltaría la renuncia a las facultades críticas como una mejora moral. A ver si Gallo lo entiende algún día.
(imagen: Olímpica Stereo)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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