viernes, 1 de abril de 2016

La anticiencia ficción en Colombia



Para nadie es un secreto que en Colombia la ciencia y su método son vistos con desprecio, desconfianza y desdén, cuando no directamente odio. Esto tiene todo tipo de repercusiones, como el hecho de que Colciencias sea más bien un fortín burocrático, o que la ciencia encuentre enconados enemigos dentro de la propia academia —muchas veces más interesada en una agenda política que en el conocimiento—.

Y pues la literatura no es la excepción — a pesar de que para muchos no es intuitiva, existe una relación entre la ciencia y la ciencia ficción (d'uh!) que va más allá del nombre.

Mi amigo Javier Velásquez exploró esa relación y las similitudes en el tratamiento de la ciencia y la ciencia ficción en el artículo Una nación donde la ciencia ficción es utopía, que fue publicado en la revista LSD6 — aquí un extracto:

[E]s innegable que esta actitud anticientífica también ha afectado y afectará la literatura, y más la ciencia ficción, ya que existe una retroalimentación entre estas actividades; la ciencia le ha brindado elementos a la ficción para fundamentarse, mientras la ciencia ficción ha anticipado e inspirado parte del desarrollo científico. A pesar de esta yuxtaposición, el escaso apoyo de la nación a la ciencia ha disminuido la posibilidad de tener un lectorado que demande la producción de ciencia ficción, así como producción académica, y ha hecho que la literatura colombiana sea siempre más de lo mismo en sus tópicos literarios, aunque se considere estar en su mejor momento, sigue el predecible curso de la histórica violencia, prostitución, narcotráfico, pobreza o amoríos patrióticos en minúsculas poblaciones entre extensiones selváticas. Un curso que viene desde que los políticos, críticos y escritores conservadores del siglo XIX consideraban una herejía la lectura de obras no hispánicas, como obras francesas e inglesas, hasta la perpetuación de la novela indigenista y del dictador, además del excesivo cubrimiento mediático al realismo mágico con fines chovinistas, de donde provienen los monótonos temas de la producción literaria actual.

Por otro lado, parte [de] la escasez de esta literatura pareciera ser respuesta de cierta visión de la ciencia ficción como algo extranjero, lejano e innecesario en este mágico territorio, similar a la visión de la ciencia como algo ajeno e inútil para esta autocrática idiosincrasia supersticiosa, un miedo al «paganismo industrial» por parte de muchos. Es sabido que ambos aspectos son de calidad cosmopolita, hasta el término ciencia ficción es un calco de -science fiction-, por esto han despertado repudio por parte del ostracismo/nacionalismo no solo ideológico sino literario, legado de autores y críticos tradicionalistas de los inicios de la república. Algo visible hoy en día, por ejemplo, en los comentarios de buenos escritores como Juan Gabriel Vásquez, quien considera meramente «arqueológica»la producción literaria anterior al Boom latinoamericano, movimiento que en Colombia solo se valora por García Márquez.

Desconociendo así el papel de autores de la región más universales como Borges, y la influencia de extranjeros como Faulkner, Joyce o Hemingway, anteriores a toda tendencia latinoamericana, la cual paradójicamente resultó inspirarse en la literatura universal y cuyos defensores oportunistas se jactan de un cosmopolitismo gracias a la lectura internacional.

Hay más de donde eso vino.

Pueden seguir a Javier en Twitter y en su página, Radiotelescopio Abandonado.

(imagen: Wikipedia)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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