lunes, 1 de agosto de 2011

Quitar vidas te acerca a Yavéh

El mundo religioso está plagado de personas lo más salvajemente hipócritas e incoherentes. Cuando uno cree haberlo visto todo, llega alguien y le prueba que todavía les queda un inagotable repertorio de despropósitos.

Como el rabino David Wolpe, quien es vegetariano pero promueve el sacrificio animal.

Entre sus argumentos hay dos que destacan. Él justifica el sacrificio animal para elevar nuestra conciencia sacrificando algo:

Un sacrificio de valor insignificante no es señal de verdadera devoción. El amor es exigente; el amante tiene que ofrecer algo de valor. En el antiguo Israel, ofrecer los productos del trabajo - los cultivos, los animales - mostraba profunda conexión. El amor a Dios era demostrado por la disposición a dar las posesiones más valiosas de uno.

El segundo motivo que lo lleva a defender el quitarle la vida a otro ser vivo que nada le ha hecho es que sirve para darnos una sensación de asombro cuando matamos algo:

Para cuando tengamos el paquete envuelto en celofán, la carne, los tendones, la sangre y los huesos estarán esterilizados y listos para llevar. Es tan rutinario como un cambio de aceite... No era así en el antiguo templo. Todo el sentido de quitar la vida era transmitido al que suplicaba. La vida era pedida con santidad, acompañada de oraciones ante Dios. El espectáculo no era sobre el producto, sino acerca de la piedad. Cuando los judíos fueron sacrificados en el Templo, ellos se acordaron de la Fuente de toda la vida.

¡Porque nada puede hacerte sentir más cerca de tu genocida amigo imaginario que quitando una vida a un ser que no está en condiciones de defenderse!

(originalmente visto en Why Evolution Is True)

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