lunes, 19 de noviembre de 2012

Monsanto según el mundo (magufo)

Si han estado pendientes del debate transgénico, seguramente se habrán cruzado con El mundo según Monsanto, un largometraje que se encarga de satanizar a Monsanto y por ahí derecho, la biotecnología.

Pero lo cierto es que alguien lo suficientemente serio en el debate rechazaría este pseudodocumental por su poca rigurosidad y sus afirmaciones patentemente falsas. Así lo hizo el periodista científico Mauricio-José Schwarz:

Primero, la directora construyó su fama sobre una falsedad, una leyenda urbana de robo de órganos a personas vivas. Cuando se le confrontó con hechos como que un niño colombiano al que paseaba como víctima del robo de córneas (algo especialmente absurdo, con lo fácil que es robar córneas de cadáveres, especialmente en estados fallidos como algunos latinoamericanos) contaba con sus córneas pero tenía una grave queratitis, empezó a decir que la Agencia de Información de los EE.UU. tenía una persecución contra ella (a saber por qué). Todo tiene un tono de conspiranoia de la pseudoizquierda esotérica (sí, también ha hecho documentales que afirman la realidad de lo paranormal) que llama mucho la atención y que, sin ser definitivo, sí me puso en guardia desde el principio.

Segundo, la película tiene demasiadas afirmaciones sensacionalistas. Por ejemplo, atribuye a Monsanto la creación del agente naranja (lo descubrió Arthur Galston en la Universidad de Illinois) cuando ya es bastante grave que se produzca un defoliante para una guerra atroz como la de Vietnam y que, cuando se descubrió que causaba daños a los seres humanos, tanto los vietnamitas fumigados como los soldados fumigadores, se intentara acallar el tema. ¿Qué sentido tiene mentir cuando la realidad ya es tan terrible? Parece, pues que el propósito demonizador está en la premisa, no en la conclusión, lo cual no es periodismo.

Aunque las prácticas de Monsanto sean repugnantes y hasta delictivas (como las de muchas otras grandes empresas), no son argumento para sustentar una serie de afirmaciones que hoy sabemos que son falsas, como que el glifosato o Roundup provoca cáncer y malformaciones genéticas (que nunca se ha demostrado, pese a lo extendido que está su uso), además de anunciar un apocalipsis transgénico que evidentemente no ha ocurrido. De otra parte hay culpabilizaciones exageradas que tampoco me parecen necesarias y golpes de efecto que no llamaría periodismo.

El manejo emocional del tema ha obstaculizado el análisis y debate serenos, objetivos, científicos y racionales acerca de los transgénicos y de la tecnología agrícola en general. De hecho, expresar cualquier duda acerca de los dogmas defendidos por la película (que hizo suyos Greenpeace desde antes del estreno) basta para que se considere que el disidente está defendiendo las prácticas de Monsanto y, por supuesto, se le acuse de estar "pagado por Monsanto" (véase el blog http://losproductosnaturales.blogspot.com para abundantes datos y ejemplos). Así no se puede analizar la realidad.

Lo más lamentable es que sería muy útil, y muy necesaria, una investigación periodística seria, equilibrada y honesta (ya no digo "objetiva", simplemente honesta, que no parta de conclusiones preestablecidas y que no elija a sus entrevistados de modo que todos estén de acuerdo, se podría hacer un gran documental sobre la realidad de la agricultura tecnológica, sus beneficios (que los tiene, y no son sólo hacer ricos a los accionistas de Monsanto, como quiere el documental) y sus riesgos (reales, no sensacionalistas), sus virtudes y defectos, su relación riesgo-beneficio y qué tipo de regulaciones y salvaguardas debe haber razonablemente para usar la biotecnología de la mejor manera posible. Pero será difícil que un documental así reciba financiamiento y mucho menos que lo publiciten delirantemente.

En cambio la directora ha sacado otro documental de quimiofobia ya "Nuestro veneno diario", con más afirmaciones al menos dudosas.

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