lunes, 16 de junio de 2014

¿Dónde está su dios ahora?





Ayer, Juan Manuel Santos fue reelegido Presidente y, así, el uribismo perdió su aspiración.

Y con él perdieron los autodesignados representantes de dios.

Los estafadores de las grandes sectas estaban contra Juan Manuel Santos y, con los temas tabú de siempre, estaban movilizando a sus borregos a votar por Zuluaga, hasta el punto en que el propio Santos tuvo que salir a desmentirlos.

No faltaron las mentiras habituales. El impresentable Marco Fidel Ramírez llenó su Twitter de arengas religionistas, dividiendo a la ciudadanía entre creyentes y herejes.

La uribista María Fernanda Cabal (quien hizo patente su homofobia durante las legislativas) dejó notar el trasnochado macartismo con el que funciona al agradecerle a su amigo imaginario los resultados de la primera vuelta.



El resentido Mira 'cobró' su venganza. Y, por supuesto, la fundalunática Clara Sandoval hizo jornadas de oración con todos sus credófilos, para pedir por la victoria del títere de Álvaro Uribe Vélez.

El pacto era claro: Zuluaga les prometió un "país cristiano", pasándose por el Arco del Triunfo el hecho de que Colombia es un estado laico.

Pues bueno, dios no les respondió. De hecho, justo después de que los votos fueron escrutados, Avivamiento inhabilitó su video promoviendo a Zuluaga; ahora es privado. Y bueno, si alguien no puede ganar unas elecciones ni con dios de su lado, tiene que ser un perdedor de tiempo completo.

Pero no nos entusiasmemos demasiado. Del millón de votos que representan las sectas, también hubo una buena porción con Santos - la de 'Casa sobre la Roca', de un tal Darío Silva, y la de Jimmy Chamorro. Y no hay que olvidar que en las legislativas el cristianismo no perdió poder, sino que lo ganó.

Las elecciones de ayer sólo ofrecían dos posibles resultados: que las cosas empeoraran, o que quedaran igual. Quedaron igual, que es una situación lejos de ser ideal, pero por lo menos con Santos tenemos la oportunidad de defender el laicismo y nuestros derechos. Sabemos que con el fascismo no se puede.

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