martes, 8 de noviembre de 2011

El machismo en Fucsia

Esta publicación para mujeres sigue siendo de lo más conservador-misógino que existe.

En mi lector de fuentes apareció una nota sobre cómo deben manejar las mamás la situación al encontrar a su hijo masturbándose o viendo pornografía:

“¡Me gusta la pornografía!”

Cuando la Internet todo lo puede, los riesgos de este tipo de conductas son mayores. Comunes, pero peligrosos si no se saben controlar. Tu hijo conocerá sobre este tipo de contactos a través de amigos, de la televisión o porque ha visto algo similar desde casa. En cualquier momento, aunque sea solo por curiosidad y con el afán de satisfacer sus deseos sexuales que comienzan a despertarse, llegará a este medio virtual. Es un trabajo duro que incluye prohibiciones, algo que inmediatamente activará su mecanismo de defensa.

En serio, ¿cuál es el peligro de ver pornografía si no se sabe controlar? ¿Cómo, exactamente, se controla la pornografía? ¿Sólo se les permite ver media hora? ¿Qué es lo peor que puede pasar, que terminen convertidos en cualquier cosa excepto en un sacerdote pederasta?

Activa en el Internet de tu casa Guardianes de Contenido para bloquear páginas con contenido violento o sexual.

Traducción: bloquea las páginas que le enseñen más sobre la naturaleza humana y su cuerpo y ponlo a vivir en una burbuja en la que no exista la violencia.

Ahora es muy común entre los adolescentes un fenómeno llamado “sexting”, donde se envían entre sí fotos de con desnudos parciales o poses sugestivas de ellos mismos. Su salud emocional puede verse afectada en caso de que lo adquiera como un hábito.

¡¡Conocerse a sí mismo y entender que su cuerpo no es una maldición sino lo más natural del mundo y que es agradable que le guste a los demás seguro que tiene que ser un hábito horrible!!

Y todavía no llega lo peor:

¡Lo descubrí masturbándose!
Ni siquiera una puerta mal cerrada es una de las maneras con las que te topes con tan vergonzosa situación: puedes encontrar rastros en las sábanas, su ropa o la revista de pornografía que encontraste en su mesita de noche. Y te preguntas ¿cada cuánto lo hace? ¿Es normal o no? Estupefacta dejas el tema de lado pero no podrás dormir hasta saber qué hacer.

• Primer paso: no te atormentes ni lo hagas sentir (más) avergonzado. Se sentirá espiado, vigilado y perderá inmediatamente la confianza en ti. Respeta sus sentimientos y la relación que haya entre ustedes dos.

¿Es que uno se debe sentir avergonzado por hacer libre uso de su cuerpo? Consejo para las mamás: no mencionen el tema, punto.

• Si se comporta de manera normal en otras áreas de su vida, no es un adicto al sexo ni se la pasa afuera de casa practicándolo. Quítate esa idea de la cabeza si actúa de manera común y corriente en la casa y con sus amigos.

De nuevo, me permito corregirle la plana a la publicación: Querida mamá ¡no te importe si le gusta el sexo mucho, poco o nada (bueno, a lo mejor quieras preocuparte si no le importa el sexo en lo absoluto)! ¡Preocúpate de si se cuida cuando lo practica con alguien más y si lo hace de manera consensuada! ¡Provéele condones y asegúrate de que sabe cómo protegerse!

• Él buscará hablar con otro hombre, así que permíteselo. De manera sutil, motívalo a realizar actividades como practicar deportes, donde puede desfogar toda su energía acumulada. Déjalo que interactúe con mujeres y que conozca el respeto hacía el género femenino: eso le dará pautas de comportamiento y reglas que le quitarán el deseo por la masturbación constante.

Primero, eso es mentira. Segundo, es sexo femenino.

Otra de las cosas patentemente machistas en la nota es que dejan completamente por fuera la posibilidad de que sea el papá quien se encuentre ante estos interrogantes y que las jóvenes también se masturban y ven y leen pornografía (de hecho he leído novelas rosa por recomendación de amigas).

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