lunes, 9 de enero de 2012

Y tú, ¿sufriste el síndrome de trauma religioso?

Cuando abandoné la superstición y me volví ateo, los primeros días no fueron nada fáciles. Viéndolo en retrospectiva, no sé por qué me preocupaba tanto. Creo que, a pesar de detestar la religión, sentía una especie de síndrome de abstinencia.

Por supuesto, cuando se trata de religión, sus efectos son peores que los de las drogas. Y por eso tiene un nombre diferente. No es síndrome de abstinencia. Cuando uno deja de consumir ingentes dosis de irracionalidad y estupidez y experimenta grandes cantidades de estrés al dejar la fe, se le llama síndrome de trauma religioso:

Liberarse de una religión controladora de la mente y restrictiva es comprensiblemente una experiencia liberadora. La gente reporta gran alivio y un poco de emoción acerca de sus nuevas posibilidades. Ciertos problemas se han acabado, tales como tratar de torcer el pensamiento para creer irracionales doctrinas religiosas, manejar enormes disonancias cognitivas con el fin de sobrevivir en el "mundo real" también, y conformarse con represivos códigos de conducta. Por último, dejar una religión restrictiva puede ser un logro personal importante después de tratar de hacer que funcione y de pasar por muchos ciclos de culpa y confusión.

Sin embargo, los desafíos de irse son de enormes proporciones. Para la mayoría de la gente, el ambiente religioso era una tienda de una sola parada para satisfacer todas sus necesidades principales - apoyo social, una visión coherente del mundo, sentido y dirección en la vida, actividades estructuradas, y satisfacción emocional/espiritual. Dejar el redil implica múltiples pérdidas, incluyendo la pérdida de amigos y el apoyo familiar en un momento crucial de transición personal. Por lo tanto, es un 'acontecimiento vital estresante' muy solo - más que otros descritos en el Eje IV del DSM. Para algunas personas, dependiendo de su personalidad y los detalles de su pasado religioso, puede ser posible que simplemente dejen de participar en las actividades y los servicios religiosos y sigan con su vida. Pero para muchos, dejar su religión significa ansiedad debilitante, depresión, tristeza y enojo.

Con esto es con lo que los líderes religiosos cuentan cuando amenazan a sus víctimas de 'quedarse solos' (e ir al infierno) si no hacen como ellos dicen. Y convencen a la gente de ponerse en contra de sus amigos y familiares si abandonan su particular cuento de hadas.

Esto pone de manifiesto dos cosas, que por aquí ya hemos expresado: que la creencia corresponde a una amputación emocional que genera dependencia y que por eso a los líderes religiosos les disgustan las personas con personalidad y voluntad fuertes.

(visto en Pharyngula)

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