domingo, 22 de enero de 2012

Por qué los ateos no estamos perdiendo el tiempo

Al ver la censura de la que fui objeto en LinkedIn, un amigo mío, apelando a mi vanidad me dijo que por qué desperdiciaba mi tiempo -y mi inteligencia- refutando el cristianismo.

Mi respuesta decía más o menos que si consigo que una sola persona salga de la religión y abrace sus facultades críticas me daré por bien servido. Ahora me encuentro con un texto de Thomas Keane, que había servido como respuesta mucho más elaborada:

Hay una razón por la que la mayoría de los adoradores de dios son devotos del mismo dios que adoran las personas que los criaron. No es porque su dios sea más legítimo que cualquiera de los otros más de 2.000 dioses que la humanidad ha inventado con los años. Es simplemente porque una vez se ha establecido el mito como un hecho en la ingenua mente de un inocente niño, es muy difícil, incluso en la edad adulta, para esa persona sacudir esa creencia. La fe no es sinónimo de hecho, es sinónimo de esperanza, y es la definición de la tontería de tomar todas las decisiones de la vida en torno a la esperanza de que una cosa sea cierta.

Hubo un tiempo en que la gente creía que la Tierra era el centro del universo y que todo (incluyendo el Sol) giraba alrededor de ella. Hubo un tiempo en que la gente creía que lanzar una virgen a un volcán o sacar sus corazones aún latiendo era la única manera de apaciguar a su(s) dios(es). Hubo un tiempo en que la gente creía que la ira de Zeus daba lugar a rayos y truenos y la de Poseidón daba lugar a maremotos. Hubo un tiempo en que la gente creía que uno se la podía llevar con uno y como resultado construyeron elaboradas tumbas y las llenaron de tesoros e incluso sirvientes, para que en la otra vida continuarán disfrutando de la vida a la que estaban acostumbrados. Hubo un tiempo en que la gente creía en muchas cosas que ahora sabemos que son erróneas.

Si descubriéramos que había gente en el mundo que todavía creyera en los mitos establecidos, ¿estaríamos perdiendo el tiempo al hacerles frente con la evidencia que revela la falsedad de sus creencias? Y cuando un misionero cristiano o mormón viaja a lo profundo de la selva amazónica para decirle a los nativos que los dioses que adoran son falsos y que en lugar deberían creer en tal o cual dios, ¿no están haciendo lo mismo que un hace ateo cuando contradice las creencias cristianas? Parece ser que la única diferencia es que un ateo apoya sus creencias en las pruebas, mientras que un creyente se basa sólo en la esperanza, también conocida como fe.

¿Qué podría ser más admirable que conocer la verdad de algo y, cuando se encuentra con alguien que sólo conoce la mentira, tomarse el tiempo para compartir con ellos lo que se ha aprendido? ¿Cómo podría ser esto considerado una pérdida de tiempo? ¿Cuántas personas "perdieron el tiempo" tratando de hablar con la razón a un seguidor de Jim Jones (900 muertos, 300 de los cuales eran niños). ¿Cuántas personas "perdieron el tiempo" suplicando a la familia y/o amigos que eran miembros de la secta Puerta del Cielo? ¿Cuántos de los más de 80 seguidores de David Koresh, de los cuáles 21 eran niños, que murieron en la catástrofe de Waco, Texas, podrían haberse salvado si más gente hubiera "perdido su tiempo"? Si un ateo se hubiera topado con un miembro de cualquiera de estos grupos pueden estar seguros de que habría hablado. ¿Hemos de creer que un cristiano habría escondido su Biblia y mordido su lengua?

Hace parte de nuestros mejores intereses que resistamos la tendencia a desestimar la opinión de otro, simplemente porque difiere de la nuestra. Si alguien está dispuesto a tomarse el tiempo para cuestionar algo que crees, lo menos que puedes hacer es tomarte el tiempo para escuchar y tener en cuenta. A los cristianos les gusta actuar todos perplejos en cuanto a por qué los ateos pasan tanto tiempo discutiendo algo en lo que no creen, pero el hecho de que nunca protestan cuando un ateo gasta su tiempo jugando Guitar Hero o viendo una maratón de American Idol revela que lo que realmente están expresando es ansiedad y no confusión. A nadie le gusta enfrentarse a la perspectiva de que lo que acepta como verdad podría ser una mentira. Pero esa revelación sólo nos puede beneficiar, como individuos y como sociedad.

En todo caso, es el religioso el que está perdiendo su tiempo. Sólo consideremos cuánto más unidos seríamos como sociedad, por no mencionar como especie, si no fuera por la religión. La interminable lucha por la supremacía religiosa ha dado lugar a innumerables guerras y un sinnúmero de vidas perdidas. Consideremos la incomprensible cantidad de literatura que fue perseguida, confiscada y/o destruida por la iglesia. ¿Cuánto conocimiento hemos perdido debido a los temores de los religiosos? ¿Cuántas de nuestras mentes más brillantes fueron perseguidas y encarceladas porque se atrevieron a estar en desacuerdo con el concepto de una persona sobre un dios u otro? ¿Cuántos sueños, ideas e invenciones fueron extintas por los adoradores de los dioses? ¿Cuántos hombres como Aristóteles, Galileo, Voltaire y Sócrates tendríamos si no fuera por la religión? Consideremos todos los juicios, los encarcelamientos, los destierros, los disturbios, las persecuciones, los genocidios, la represión, la intolerancia, el sexismo, la mutilación y la división, tanta división. ¿Hay algo en la historia de que alguna vez haya dividido más a un hombre de otro que la religión? ¿Pero es el ateo el que está perdiendo el tiempo? ¿Hay algo más ridículo? Imagínense dónde estaríamos ahora como pueblo si nos hubiéramos concentrado en la paz, la coexistencia, la civilización, el progreso y la filosofía en lugar de salvar almas y decidir que el dios de quién es mejor que el de otro. Nadie ha desperdiciado más su tiempo, y peor aún, el tiempo de la humanidad que los religiosos.

Si la raza humana tiene alguna esperanza para un futuro brillante, este sin duda no reside en los religiosos o en cualquier dios que puedan adorar. Su dios no va a crear la paz en la tierra. Tu dios no protegerá a nuestros niños de los males del mundo. Su dios no nos recompensará con la vida eterna. Su dios no asegurará el éxito de nuestros ejércitos de en la batalla. Sólo podemos confiar en nosotros mismos y en los demás. Simplemente no hay nadie más. Y decirlo no es una pérdida de tiempo.

Ya lo dijo Pepe Rodríguez: La verdad os hará libres... la mentira, creyentes.

(visto en Richard Dawkins Foundation for Science and Reason)

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