Mirta Roses, directora de la Organización Panamericana de la Salud, ofrece su visión sobre el enfermo y casi terminal sistema de salud colombiano y quiero aclarar que en este párrafo no se hace referencia a mí ni a mi blog:
Cuando la Ley 100 fue aprobada yo era menor de edad, no tenía uso de razón ni había desarrollado por completo mis facultades críticas -estas apenas empezaban a esbozarse-.
En cuanto a que esa ley tuviera ideas de avanzada, no las tenía. Su ponente fue el entonces senador, ese jinete del Apocalipsis llamado Álvaro Uribe Vélez, quien imprimió a la ley sus posturas neoliberales, fantasías económicas que permitieron que las empresas privadas metieran sus narices en la salud, que lejos de ser un negocio es un servicio que no se puede regir por "maximizar las ganancias y reducir los costos": se le debe prestar el servicio de sanidad a todo el mundo sin importar si puede pagar o no. Está muy mal uno tener que vender un riñón para que le puedan operar el otro y está muy mal que a uno sólo le puedan dar las enfermedades que pueda costearse.
En fin, más me valía aclarar mi inexistente relación con el nacimiento de esa contrahecha y tullida ley.
¿Cómo ve el sistema de salud que creó Colombia hace 18 años?
La Ley 100 tenía ideas de avanzada y algunas omisiones que, se pensó, se ajustarían con el tiempo. Sin embargo, en el desarrollo de la misma todo se centró en el modelo de financiamiento y se descuidó el sistema de salud.
Cuando la Ley 100 fue aprobada yo era menor de edad, no tenía uso de razón ni había desarrollado por completo mis facultades críticas -estas apenas empezaban a esbozarse-.
En cuanto a que esa ley tuviera ideas de avanzada, no las tenía. Su ponente fue el entonces senador, ese jinete del Apocalipsis llamado Álvaro Uribe Vélez, quien imprimió a la ley sus posturas neoliberales, fantasías económicas que permitieron que las empresas privadas metieran sus narices en la salud, que lejos de ser un negocio es un servicio que no se puede regir por "maximizar las ganancias y reducir los costos": se le debe prestar el servicio de sanidad a todo el mundo sin importar si puede pagar o no. Está muy mal uno tener que vender un riñón para que le puedan operar el otro y está muy mal que a uno sólo le puedan dar las enfermedades que pueda costearse.
En fin, más me valía aclarar mi inexistente relación con el nacimiento de esa contrahecha y tullida ley.
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