miércoles, 10 de abril de 2013

Sam Harris se defiende (II)



La primera parte fue sobre la tergiversación que ha sufrido el punto de vista de Sam Harris sobre el islam. Esta segunda entrega es la traducción de la parte restante de su artículo, sobre otras tergiversaciones de sus afirmaciones.



Mi posición sobre los perfiles con el fin de la seguridad aérea

Una vez escribí un breve ensayo sobre seguridad aérea que provocó una reacción feroz de los lectores. Con la publicación de esta obra, me temo que me rompí una de mis reglas cardinales de gestión del tiempo (y de la cordura): No todo lo que vale la pena decir, vale la pena decirlo uno mismo. Aprendí esta dura lección una vez antes, al hablar de la ética de la tortura y los daños colaterales (ver más abajo), pero esta vez la reacción fue aún más desagradable y menos racional.

Una línea en mi artículo que levantó un tsunami de desprecio hacia mí en los círculos liberales y seculares:

Debemos perfilar a los musulmanes, o cualquier persona que parezca que él o ella posiblemente podría ser musulmán, y debemos ser honestos al respecto.

Por supuesto, muchos de mis detractores (como Greenwald) han utilizado esta cita de forma calculada para que los lectores crean que yo quiero que las personas de piel oscura sean señalados - y no sólo en nuestros aeropuertos, sino en todas partes. Lo que mis críticos siempre olvidan decir, sin embargo, es que en el artículo en el que aparece esa frase, incluyo explícitamente hombres blancos, de mediana edad como yo en el perfil (dos veces). Esto todavía deja a muchos millones de viajeros fuera de la perfilación. Lo que quiero decir es que deberíamos estar dando menos atención a las personas que, obviamente, no son yihadistas. Cualesquiera que las dificultades prácticas sean en la implementación de esta política, sigo dispuesto a apostar mi vida a que que la mujer en la foto de abajo no es una terrorista suicida. Lo cual es, por supuesto, decir que la trabajadora del TSA que parece estar buscando su cuerpo en busca de explosivos no sólo está incomodando a la propia mujer, junto con todos en la fila detrás de ella, sino que está poniendo vidas de las personas en peligro al derrochar sus limitados recursos de atención



Afirmar que el origen étnico, el género, la edad, la nacionalidad, el vestido, los compañeros de viaje, el comportamiento en la terminal, y otras apariencias externas no ofrecen ninguna indicación de las creencias de una persona o un potencial terrorista o es muy loco o es totalmente deshonesto. Estamos pagando un precio muy alto por este oscurantismo - y el precio podría crecer mucho más en un instante. Tenemos recursos limitados, y cada momento que pasa buscando a una mujer como la que se muestra arriba, o a los niños vistos en los videos a los que hay enlaces en mi artículo original, es un momento en el que alguien o algo pasa inadvertido. El terrorismo suicida es un fenómeno abrumadoramente musulmán. Si se concede esto, se deduce que la aplicación de control igual a menonitas es un peligroso desperdicio del tiempo.

Con la esperanza de lograr algo de claridad sobre el tema de los perfiles, dejé que el experto en seguridad Bruce Schneier, quien se opone a los perfiles, escribiera un post en mi blog. Luego participé en un debate largo y más bien tedioso debate con él. Parece que pocas mentes fueron cambiadas, incluida la mía. He oído de muchos lectores que tomaron mi lado en el debate - entre ellos algunos que han trabajado en la seguridad del aeropuerto, la Aduana de EEUU, el FBI, la Fuerza Delta, en detección de fraudes y otras áreas donde se deben hacer evaluaciones de amenazas en tiempo real. También recibí el apoyo inequívoco de saudíes, paquistaníes, indios, egipcios, y otros que son regularmente perfilados. Sin embargo, he oído también de muchas personas que pensaban que Schneier trapeó el suelo conmigo. Algunos de estos lectores siguen preguntándose por qué yo, estando aparentemente comprometido con la razón, no he admitido públicamente la derrota y he cambiado mi punto de vista.

Parece haber un consenso, incluso entre mis críticos, de que nadie hace mejor la seguridad aérea que los israelíes (Schneier mismo admite esto). Pero, como he señalado, y Schneier estuvo de acuerdo, los israelíes hacen perfiles en todos los sentidos del término - racial, étnico, de comportamiento, por nacionalidad y religión, etc. Al final, el argumento de Schneier, se reducía a una afirmación sobre los recursos limitados: El argumentó que somos demasiado pobres (y, tal vez, demasiado estúpidos) para copiar eficazmente el enfoque israelí. Eso puede ser cierto. Pero alegar pobreza e ineptitud es muy diferente a demostrar que los perfiles no funcionan, o que no son éticos, o que la relación entre los principios del islam y la violencia yihadista no es causal.

La oposición de Schneier al establecimiento de perfiles no tenía casi nada que ver con las razones por las que a muchas personas les resulta polémico. Pero ninguno de mis críticos pareció darse cuenta de esto. Tampoco se dieron cuenta cuando Schneier reconoció que el sistema más seguro sería utilizar una combinación de perfiles y la aleatoriedad. Él simplemente argumentaba perfilar con el propósito de la seguridad aérea es demasiado caro y poco práctico. Pero yo no fue vilipendiado porque defendiera algo caro y poco práctico. Fui vilipendiado porque mis críticos creen que apoyo una política que es escandalosamente inmoral, bien conocido por ser ineficaz, y producto de la casi total confusión sobre las causas del terrorismo.

Mi posición sobre la perfilación es muy simple: Debemos admitir que sabemos lo que estamos buscando (terroristas suicidas) y que algunas personas obviamente requieren menos atención que otras. Debemos buscar el equipaje de todos, por supuesto, porque las bombas pueden ser puestas allí sin el conocimiento de una persona. Sin embargo, dada la escasez de recursos, no podemos darnos el lujo de perder el tiempo y la atención fingiendo pensar que cada viajero tiene la misma probabilidad de estar afiliado a Al Qaeda.

Mi posición sobre la guerra nuclear preemptiva

El periodista Chris Hedges ha afirmado en repetidas ocasiones (en la prensa, en conferencias públicas, en la radio y en la televisión) que yo abogo por un primer ataque nuclear contra el mundo musulmán. Sus declaraciones, que han sido recicladas continuamente en entrevistas y blogs, generalmente toman la siguiente forma:

Quiero decir, Sam Harris, al final de su primer libro, nos invita a considerar un primer ataque nuclear el mundo árabe.

(Preguntas y respuestas Harvard Divinity School, Marzo 20, 2008)

Harris, haciéndose eco de la sed de sangre de Hitchens, pide, en su libro El fin de la fe, un primer ataque nuclear contra el mundo islámico.

(The Dangerous Atheism of Christopher Hitchens and Sam Harris, Alternet, Marzo 22, 2008)

Y tienen en el libro de Sam Harris, "El fin de la fe", un llamado a que consideremos ser los primeros en hacer un ataque nuclear contra el mundo árabe. Esto no es racional. Esto es una locura.

(The Tavis Smiley Show, Abril 15, 2008)

Sam Harris, en su libro El fin de la fe, nos invita a considerar la realización de un primer ataque nuclear en el mundo árabe. Eso no es una opción racional - eso es una locura.

(Una conversación con Chris Hedges, Free Inquiry, Agosto/Septiembre 2008)

Dondequiera que aparece, los comentarios de Hedges claramente tienen la intención de dejar la impresión de que yo quiero que el gobierno de EEUU empiece a matar musulmanes por las decenas de millones de personas. A continuación les presento el único pasaje que he escrito sobre el tema de la guerra preventiva nuclear y el único pasaje al que Hedges podría estar refiriéndose a en mi trabajo (El fin de la fe, pp 128-129). Me he tomado la libertad de hacer hincapié en algunas de las palabras que Hedges eligió ignorar:

Debería preocuparnos especialmente que las creencias de los musulmanes supongan un problema especial en el terreno de la disuasión nuclear. Hay muy pocas posibilidades de mantener una guerra fría con un régimen islamista armado con armas nucleares de largo alcance. Una guerra fría requiere que las partes se contengan por la amenaza de exterminio mutuo. Los conceptos de martirio y yihad hacen buena cuenta de la lógica que permitió a los Estados Unidos y la Unión Soviética pasarse medio siglo al borde del Armagedón en una postura más o menos equilibrada. ¿Qué haremos si alguna vez adquiriera armas nucleares un régimen islamista al que se le saltan las lágrimas con la mera mención del paraíso? Si nos fiamos de la historia, no sabremos ni dónde guardará las cabezas nucleares ni en qué estado de preparación las tendrá, por lo que difícilmente podremos recurrir a armas más convencionales para destruirlas. En esa situación, lo único que podría garantizarnos la supervivencia sería iniciar nosotros un ataque nuclear preventivo. No hay ni que decir que eso constituiría un crimen impensable —como lo sería matar a diez millones de civiles inocentes en un solo día—, pero quizá sea la única salida que nos quede, dado lo que creen los islamistas. ¿Cómo vería el resto del mundo musulmán semejante acto excesivo de defensa propia? Probablemente lo consideraría la primera salva de una cruzada genocida. Lo más irónico y horrible es que el mero hecho de considerarlo así podría hacerlo realidad, ya que esa percepción podría sumirnos en un estado de guerra con cualquier estado musulmán que tenga capacidad de ser una amenaza nuclear. Todo esto es una locura, claro, pero sólo he descrito una situación muy plausible donde la mayor parte de la población mundial acabaría siendo aniquilada en nombre de ideas religiosas que comparten estantes con Batman, la piedra filosofal y los unicornios. El que sea horrible y absurdo que mueran tantas personas por un mito no significa que no puedo llegar a suceder. De hecho, dada la inmunidad que tiene la fe a cualquier intrusión de la razón, cada vez resulta más probable que se de una catástrofe de ese tipo. Debemos asumir la posibilidad de que unos hombres con tantas ganas de morir como los diecinueve secuestradores del 11-S llegasen a apoderarse de armas nucleares de largo alcance. El mundo musulmán en particular debe anticiparse a esa posibilidad y encontrar el modo de prevenirla. Y dada la proliferación actual de la tecnología, no tenemos el tiempo de nuestra parte.

Está claro que yo estaba describiendo un caso en que un régimen hostil que es abiertamente suicida adquiere armamento nuclear de largo alcance (es decir, que puede golpear blancos distantes como París, Londres, Nueva York, Los Ángeles, etc.) Por supuesto, no todos los regímenes musulmanes se ajustarían a esta descripción. Por ejemplo, Pakistán ya tiene armas nucleares, pero ellos aún no han desarrollado cohetes de largo alcance, y hay muchas razones para creer que las personas que actualmente están en el control de estas bombas son más pragmáticos y menos seguros del paraíso que los talibanes. Lo mismo podría decirse de Irán, si adquiere armas nucleares en el corto plazo (aunque no, tal vez, desde el punto de vista de Israel, para quienes cualquier bomba iraní representa una amenaza existencial). Pero el mundo civilizado (incluyendo a todos los musulmanes pragmáticos que viven en él) finalmente debe llegar a un acuerdo con lo que significa la ideología de grupos como los talibanes, Al Qaeda, etc. - porque destruye la lógica de la disuasión. Hay un número importante de personas en el mundo musulmán, para quienes el lema "Nosotros amamos la muerte más que el infiel ama la vida" parece ser una declaración honesta de realidad psicológica, y debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para evitar que ellos consigan armas nucleares de largo alcance.

Hedges ha sido superado por otro "periodista", el repelente John Gorenfeld, quien me entrevistó por teléfono (el 19 de diciembre del 2006) para el sitio web Alternet. No respondí públicamente al artículo resultante, porque estaba tan mal escrito que no podía imaginar que nadie lo tomara en serio. Sin embargo, parece haber golpeado a algunos lectores desprevenidos como una discusión honesta sobre mis puntos de vista. Así que me limitaré a señalar mi objeción a él aquí. Gorenfeld distorsionó seriamente mis posiciones sobre dos temas polémicos - la tortura judicial y lo paranormal - ambos de los cuales se clarifica a continuación.

Mi posición sobre la tortura

En El fin de la fe, sostengo que doctrinas religiosas que compiten han dividido a nuestro mundo en comunidades morales separadas y que estas divisiones se han convertido en una fuente continua de violencia humana. Mi propósito al escribir este libro fue ofrecer una manera de pensar acerca de nuestro mundo que haría, literalmente impensables, ciertas formas de conflicto.

En una sección del libro (pp. 192-199), discuto brevemente la ética de la tortura y los daños colaterales en tiempos de guerra, con el argumento de que, de forma generalizada, el daño colateral es peor que la tortura. En lugar de apreciar lo malo que me parece el daño colateral en términos éticos, algunos lectores han concluido erróneamente que tomo una actitud displicente hacia la práctica de la tortura. No lo hago. Sin embargo, hay circunstancias extremas en las que creo que las prácticas como el "ahogamiento simulado" puede ser no sólo éticamente justificable, sino éticamente necesario. Esto no es equivale a decir que debe ser legal (delitos como el allanamiento de morada y robo a veces pueden ser éticamente necesarios, aunque todo el mundo tiene interés en mantenerlos ilegalizados).

No soy el único que piensa que hay circunstancias en las cuales la utilización de la tortura sería éticamente justificable. El senador liberal Charles Schumer ha declarado públicamente que la mayoría de los senadores de Estados Unidos apoyaría la tortura para averiguar la localización de una bomba de tiempo. Estos escenarios han sido ampliamente criticados como poco realistas. Pero el realismo no es el punto de estos experimentos mentales. El punto es que a menos que tu argumento descarte la tortura en casos idealizados, no tienes un argumento categórico contra la tortura. Como el terrorismo nuclear y biológico se vuelven cada vez más posibles, es del interés de todos los hombres y mujeres de buena voluntad el determinar qué se debe hacer si una persona parece tener un conocimiento operativo de una atrocidad inminente (y tal vez pueda afirmar poseer tal conocimiento), pero que de otra manera no hablará de ello.

Mi argumento para el uso limitado del interrogatorio coercitivo ("tortura" por otro nombre) es esencialmente el siguiente: Si pensas que alguna vez es justificable lanzar bombas en un intento de matar a un hombre como Osama bin Laden (y con ello arriesgarse a matar y mutilar hombres, mujeres y niños inocentes), debes pensar que en ocasiones puede estar justificado someter al ahogamiento simulado a un hombre como Osama bin Laden (y arriesgarse a abusar de alguien que resulta parecerse a él). Me parece que sin importar cómo compare uno las prácticas de ahogamiento simulado a terroristas de alto nivel y lanzar bombas, lanzar bombas siempre sale viéndose peor en términos éticos. Y, sin embargo, la mayoría de las personas aceptan tácitamente la práctica de la guerra moderna, mientras que aún consideran tabú hablar sobre la posibilidad de practicar la tortura. Es importante señalar que mi argumento para el uso restringido de la tortura no hace que una farsa como Abu Ghraib se vea menos sádica o estúpida. Considero que nuestro maltrato a prisioneros en Abu Ghraib fue patentemente no ético. También creo que fue uno de los errores más perjudiciales de la política exterior de EEUU en el último siglo. Tampoco he visto nunca la sabiduría o la necesidad de negar la asistencia legal adecuada (y el acceso a las pruebas) a los prisioneros detenidos en Guantánamo. De hecho, creo que mucho de lo que ocurrió con Bush y Cheney -el abuso sistemático de prisioneros comunes, la práctica de la "rendición extraordinaria", etc.- fue una terrible mancha sobre nuestra nación.

Algunas personas creen que mientras que el daño colateral puede ser peor que la tortura, son males independientes, y un problema no arroja luz sobre el otro. Sin embargo, no son independientes en principio. De hecho, es fácil ver cómo la información adquirida a través de la tortura podría reducir el riesgo de daños colaterales. Si uno se encuentra con una aparente elección entre torturar a un terrorista conocido y bombardear civiles, torturar al terrorista debe parecer la opción más ética. Pero las intuiciones de la mayoría de la gente parecen ir en sentido contrario. De hecho, muy pocos de los críticos de mi argumento del daño colateral reconocen lo extrañamente asimétricas que son nuestras preocupaciones sobre la tortura y el daño colateral. Una conversación sobre la ética de la tortura apenas se puede tener, y sin embargo, el daño colateral se divulga a menudo en el contexto de una operación militar "exitosa" como si no planteara ningún problema ético alguno. El caso de Baitullah Mehsud, muerto junto a otras 12 personas (incluyendo a su esposa y suegra), es un ejemplo perfecto: si su esposa hubiera sido sometida al ahogamiento simulado con el fin de obtener la inteligencia pertinente, en lugar de simplemente ser aniquilada por un misil, podemos estar seguros de que habrían seguido torrentes de indignación.

De hecho, parece que mucha gente no entiende lo que significa la frase "daños colaterales", por lo que ellos se imaginan que he establecido una falsa analogía. La mayoría asume que mi analogía falla porque la tortura es la imposición intencional de sufrimiento garantizado, mientras que el daño colateral es la imposición no-intencional de posible sufrimiento (o la muerte). Peras y manzanas.

Pero esto no es cierto. A menudo lanzamos bombas sabiendo que morirán personas inocentes o resultarán heridas horriblemente. Apuntamos a edificios en los que los combatientes se esconden, sabiendo que los no combatientes también están en esos edificios, o están demasiado cerca para escapar de la destrucción. Y cuando mueren personas inocentes o resultan heridas -cuando los niños son quemados en la mayor parte de sus cuerpos y viven para sufrir dolor interminable y desfiguración horrible- nuestros líderes aceptan esto como el costo de hacer negocios en tiempos de guerra. Muchas personas se oponen a guerras específicas, por supuesto -como la guerra en Irak-, pero ninguna figura pública ha sido vilipendiada por aceptar el daño colateral en una guerra que se considera justa. Y, sin embargo, cualquier persona que defendiera el ahogamiento simulado de un terrorista como Khalid Sheikh Mohammed va a cosechar un torbellino de críticas públicas. Esto no tiene sentido moral.

Una vez más, ¿qué es peor: el ahogamiento simulado de un terrorista o matarlo/mutilarlo? ¿Qué es peor, ahogamiento simulado a una persona inocente o matarla/mutilarla? Hay periodistas que se han ofrecido para que les hagan ahogamientos simulados. ¿Dónde están los periodistas que se han ofrecido a que una bomba de 2500 kilos caiga sobre sus hogares con sus familias en el interior?

En general, se afirma que la tortura "no funciona" - que produce información no confiable, implica a personas inocentes, etc. Como sostengo en El fin de la fe, esta línea de defensa no resuelve el dilema ético subyacente. Es evidente que la afirmación de que la tortura nunca funciona, o que siempre produce la mala información, es increíble (y bien sabido que es falsa). Hay casos en los que la mera amenaza de tortura ha funcionado. Es fácil imaginar situaciones en las que incluso una muy baja probabilidad de obtener información útil a través de la tortura parecería justificarla - la amenaza inminente del terrorismo nuclear es el caso más evidente. Es decididamente inútil que los que dicen saber que la tortura "siempre es mala" parece que nunca imaginan las circunstancias en las que la gente buena se vería tentada a usarla. Los críticos de mi argumento del daño colateral siempre ignoran el caso más difícil: cuando la persona bajo custodia es conocida por haber estado involucrada en terribles actos de violencia y cuando la amenaza de nuevas atrocidades es inminente. Si crees que este tipo de situaciones no surgen, considera lo que podría ser capturar a un miembro de alto rango de Al Qaeda junto con varios cómplices y sus computadores. La posibilidad de que una persona realmente pueda ser "inocente" o que pueda "decir cualquier cosa" para engañar a sus interrogadores empieza a parecer una preocupación menor. Estas capturas nos ponen más cerca del escenario de la "bomba de tiempo" de lo que muchos están dispuestos a admitir.

Aunque creo que la tortura debería seguir siendo ilegal, no está claro que tener una provisión para la tortura en nuestras leyes crearía una pendiente tan resbaladiza como la gente se imagina. Tenemos una provisión para la pena de muerte, pero no ha llevado a que matemos a nuestros prisioneros al azar porque no podamos controlarnos. Aunque me opongo firmemente a la pena capital, estoy dispuesto a admitir que el que ejecutemos aproximadamente a cinco personas cada mes, no ha dado lugar a un caos moral total. Tal vez una norma relativa a la tortura podría aplicarse con moderaciones iguales.

Parece probable, sin embargo, que el uso legal de la tortura tendría consecuencias inaceptables. A la luz de esta preocupación, la mejor estrategia que he oído viene de Mark Bowden en su artículo del Atlantic Monthly "El oscuro arte del interrogatorio". Bowden recomienda que mantengamos la tortura ilegal y mantengamos una política de no torturar a nadie por cualquier razón - pero nuestros interrogadores deberían saber que hay ciertas circunstancias en las que sería ético romper la ley. De hecho, hay circunstancias en las que tendrías que ser un monstruo para no romper la ley. Si un interrogador se encontrara en tal circunstancia y rompiera la ley, habría muy poca voluntad para procesarlo (y interrogadores lo saben). Si él violó la ley al estilo de Abu Ghraib, irá a la cárcel por un tiempo muy largo (y los interrogadores también saben esto). Por el momento, esta parece ser la política más razonable para mí.

El mejor caso en contra de los argumentos de la "bomba de tiempo" aparece en el artículo de David Luban, "Liberalismo, tortura, y la bomba de tiempo", publicado en la Revista de Derecho de Virginia. (He publicado un PDF aquí.) Luban se basa en unas pocas suposiciones cuestionables, sin embargo. Y no proporciona realmente un argumento ético en contra de la tortura en el caso de la bomba de tiempo; sino que ofrece un argumento pragmático en contra de nuestra institución de una política que permita la tortura en tales casos. No hay absolutamente nada en el argumento de Luban que descarte la siguiente ley:

No torturaremos a nadie bajo ninguna circunstancia, a menos que estemos seguros, más allá de toda duda razonable, de que la persona en nuestra custodia tiene conocimiento operativo de un acto inminente de terrorismo nuclear.

Me parece que a menos que uno pueda producir un argumento ético en contra de la tortura de tal persona, uno no tiene un argumento en contra del uso de la tortura en principio. Por supuesto, mi discusión de la tortura en El fin de la fe (y en esta página) sólo aborda la ética de la tortura - no a las dificultades prácticas de la aplicación de una política basada en la ética.

Muchos lectores han encontrado profundamente inquietantes mis puntos de vista sobre este tema. (Por si sirve de algo, yo también. Sería mucho más fácil estar simplemente "contra la tortura" en todos los casos y poner fin a la discusión.) He invitado a los lectores, tanto en público como en privado, a que produzcan un argumento ético que tenga en cuenta las realidades de nuestro mundo -nuestra aceptación cotidiana del daño colateral, la posibilidad real del terrorismo nuclear, etc.- y que, sin embargo descarte una práctica como el ahogamiento simulado en todas las circunstancias concebibles. Nadie, que yo sepa, ha hecho esto. Y, sin embargo, la mayoría de la gente sigue hablando y escribiendo como si estuviera disponible un argumento que derriba la tortura en todas las circunstancias. Lo considero como una de las ironías más peligrosos del discurso liberal que simplemente discutir la posibilidad de torturar a un hombre como Osama bin Laden provoca más indignación de la que lo hace la mutilación y el asesinato de niños. Hasta que alguien en realidad señale lo que está mal con el argumento del daño colateral presentado en El fin de la fe, voy a seguir creyendo que sus críticos simplemente no están pensando con claridad acerca de la realidad del sufrimiento humano.

(Por si sirve de algo, he descubierto que la Stanford Encyclopedia of Philosophy, básicamente, tiene la misma opinión.)

Mi discusión de matar a la gente "por lo que cree" (pp. 52-53 en El fin de la fe)

El siguiente pasaje parece haber sido citado selectivamente, y mal interpretado, más que cualquier otro que he escrito:

La conexión entre creencia y conducta eleva considerablemente los riesgos. Hay propuestas tan peligrosas que el creerlas hasta podría hacer ético el matar a otra persona. Esta afirmación podría parecer extraordinaria, pero se limita a enunciar un hecho corriente del mundo actual. Hay creencias que sitúan a sus partidarios fuera del alcance de cualquier forma pacífica de persuasión, al tiempo que los inspira a cometer contra los demás actos de extraordinaria violencia. De hecho, hay gente con la que no se puede hablar. Si no se les pudiera capturar, y a menudo no se puede, las personas tolerantes podrían verse justificadas para matar en defensa propia. Fue lo que intentó hacer Estados Unidos en Afganistán, y lo que acabaron haciendo otras potencias occidentales, a un precio aun mayor para todos nosotros y para todos los inocentes del mundo musulmán. Continuaremos derramando sangre en lo que en el fondo es una guerra de ideas.

Este párrafo aparece después de una larga discusión sobre el papel que desempeña la creencia en el comportamiento humano, y debe ser entendida en este contexto. Algunos críticos han interpretado que la segunda frase de este pasaje significa que abogo simplemente por matar a la gente por sus creencias religiosas. Por supuesto, hice el trabajo de malinterpretarme más fácil de lo que podría haber sido, pero esta lectura sigue siendo una distorsión franca de mis puntos de vista. Para alguien que lea el pasaje en contexto, debe quedar claro que estoy discutiendo la relación entre la fe y la conducta. El hecho de que la creencia determina el comportamiento es lo que hace ciertas creencias tan peligrosas.

Cuando se pregunta por qué sería ético dejar caer una bomba sobre Ayman al-Zawahiri, el actual líder de Al Qaeda, la respuesta no puede ser "Porque mató a tanta gente en el pasado". Que yo sepa, el hombre no ha matado a nadie personalmente. Sin embargo, es probable que él haya conseguido que una gran cantidad de personas inocentes murieran a causa de lo que él y sus seguidores creen acerca de la yihad, el martirio, el ascenso del islam, etc. La disposición a tomar medidas preventivas contra un enemigo peligroso es compatible con estar en contra de la pena de muerte (que lo estoy). Siempre que podamos capturar y encarcelar yihadistas, deberíamos hacerlo. Pero en muchos casos esto es imposible o demasiado arriesgado. ¿Habría sido mejor si hubiéramos capturado a Osama bin Laden? En mi opinión, sí. ¿Creo que los miembros del Seal Team Six deberían haber asumido cualquier riesgo adicional para traerlo de vuelta con vida? Por supuesto que no.

Mi posición sobre la guerra en Irak

Nunca he escrito ni hablado a favor de la guerra en Irak. Esto no ha impedido que un "periodista" como Glenn Greenwald me fustigue como un belicista (Lo cual es especialmente rico, ya que él apoyó la guerra). La verdad es que nunca he sabido qué pensar de esta guerra, aparte de lo obvio : 1) de forma prospectiva, parecía una distracción muy peligrosa de la guerra en Afganistán, 2) retrospectivamente, fue un desastre. Gran parte de la responsabilidad de este desastre recae en el gobierno de Bush, y uno de los grandes fracasos de la administración fue subestimar el sectarismo religioso del pueblo iraquí. Con todo lo que uno pueda pensar de las razones para invadir Irak y la continuación de la guerra, no hay nada sobre el conflicto que haga que el islam se vea benigno - ni la reflexiva solidaridad expresada en todo el mundo musulmán por Saddam Hussein (simplemente porque un ejército de "infieles" lo atacó), ni el suministro infinito de terroristas suicidas dispuestos a matar a los iraquíes no combatientes, ni el uso de la insurgencia de las mujeres y niños como escudos humanos, ni el sacrificio ritual de los periodistas y trabajadores humanitarios, ni la constante afluencia de yihadistas procedentes de los países vecinos, y no el estado actual de la opinión pública entre los musulmanes europeos y americanos. Me parece que ninguna persona razonable puede concluir que estos fenómenos son puramente el resultado de la política exterior de EEUU, sin importar qué tan inepta sea. Y, sin embargo, eso es precisamente lo que mis críticos en la izquierda parecen creer.

Mis puntos de vista sobre lo paranormal: PES, reencarnación, etc.

Mi posición sobre lo paranormal es esta: Aunque muchos fraudes se han cometido en la historia de la parapsicología, creo que este campo de estudio ha sido injustamente estigmatizado. Si algunos psicólogos experimentales quieren pasar sus días estudiando la telepatía, o los efectos de la oración, yo estaré interesado en saber lo que averiguan. Y si es cierto que los niños pequeños de vez en cuando empiezan a hablar en lenguas antiguas (como afirma Ian Stevenson), me gustaría saberlo. Sin embargo, no he intentado autenticar los datos presentados en libros como El universo consciente de Dean Radin ni Los 20 casos que evocan la reencarnación de Ian Stevenson. El hecho de que no he pasado ningún tiempo en esto debería sugerir cuánto de mi tiempo pienso que este proyecto vale la pena dedicarle a este proyecto. Sin embargo, he encontrado estos libros interesantes, y no puedo descartar categóricamente su contenido de la manera en que puedo desestimar las afirmaciones de los dogmáticos religiosos. (En este caso, estoy haciendo un punto sobre las gradaciones de certeza: ¿Puedo decir con certeza que un siglo de experimentación demuestra que la telepatía no existe? No. Me parece que la gente razonable puede estar en desacuerdo acerca de los datos estadísticos. ¿Puedo decir con certeza que la Biblia y el Corán muestran todas las señales de haber sido escritos por mortales ignorantes? Sí. y esta es la única certeza que uno necesita para desestimar el Dios de Abraham, como una criatura de ficción.)

Mis puntos de vista sobre el misticismo oriental, el budismo, etc.

Mis puntos de vista sobre la experiencia "mística" o "espiritual" están ampliamente descritos en El fin de la fe, en varios artículos disponibles en este sitio web, y pronto serán explicados en un libro titulado Despertando: La ciencia, el escepticismo, la espiritualidad. Nada de lo que creo en esta área se basa en la fe. Simplemente, no hay duda de que las personas tienen experiencias de transformación como resultado de su participación en disciplinas como la meditación, y estas experiencias obviamente arrojan algo de luz sobre la naturaleza de la mente humana. (Cualquier experiencia lo hace, para el caso). Las afirmaciones metafísicas que las personas tienden a hacer sobre la base de estas experiencias, sin embargo, son altamente cuestionables. Yo no hago ninguna de dichas afirmaciones. Tampoco quiero apoyar las pretensiones metafísicas de otros.

Varios laboratorios de neurociencias están estudiando los efectos de la meditación sobre el cerebro. No estoy personalmente involucrado en esta investigación, pero conozco a muchos de los científicos que lo están. Esta es un área fértil de investigación que está profundizando nuestra comprensión del bienestar humano.

Si bien considero que el budismo a es casi único entre las religiones del mundo como un depósito de sabiduría contemplativa, yo no me considero un budista. Mi crítica del budismo como fe ha sido publicado, para consternación de muchos budistas. Está disponible aquí:

Killing the Buddha

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