En una columna del diario La Opinión, de Cúcuta, apareció ¿Por qué quiero un estado laico?, una pequeña pero bien sustentada defensa del Estado laico; este es un aparte:
Yo quiero un Estado laico porque me cansé de ver a los candidatos a cargos públicos de iglesia en iglesia y de templo en templo hablándole a los feligreses sobre lo que él podría hacer, sobre su alianza con esa iglesia; porque odio ver a mandatarios sentados en la misma mesa que los curas, y aún más, que esos mismos mandatarios -alcaldes y demás- luego vayan a un tipo de creencias totalmente opuestos a profesar amistad. Veo inadmisible que las negociaciones de paz tengan que tener el consejo o la aprobación de un sector creyente, que en temas como el aborto, la eutanasia y el matrimonio/adopción por parte de miembros de la comunidad LGBTI tengan que estar presentes miembros de diversos cleros, como si ése no fuese un asunto jurídico-político y no espíritu-moral.
Ninguna de las iglesias tiene por qué ser el perro guardián de la moral colombiana. Y mucho menos variable intermitente de la fijación de políticas. Yo quiero que Colombia sea un Estado laico porque sería refrescante para las ideas de la Nación, se podría abarcar muchísimo más en el terreno de la innovación política y se podría definir al fin un Estado Moderno, ya que tener un Gobierno que para tomar una decisión consulta a algún sector religioso, más que ilógico y absurdo, es peligroso.
Yo quiero un Estado laico porque es la única forma verdadera del Estado. Amén.
Vayan y lean toda la columna, que no tiene desperdicio.
Y si saben quién es el autor (porque no aparece en la página), agradezco que me lo hagan saber.
(vía Cristian Benítez)
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