sábado, 17 de marzo de 2012

Dios mata a ocho obreros

En Bucaramanga acaba de ocurrir una verdadera tragedia.

En un sitio de construcción ocurrió un alud que sepultó a los obreros que estaban trabajando allí. Duraron cerca de 4 horas sepultados hasta que llegaron los esfuerzos de decenas de voluntarios de la Cruz Roja, Defensa Civil, Bomberos, Policía y Ejército, que salvaron a Pedro Martínez:

"Quería ayudar a mis compañeros, pero ni siquiera me podía ayudar a mí mismo. Ahí le pedí a Dios que me perdonara y que recibiera mi alma. De repente, varios policías y trabajadores de la obra se acercaron a mí y tras cortar mallas metieron parales para que la tierra no me aprisionara y poderme sacar. Fue un milagro, Dios me dio una segunda oportunidad de vida", narró el trabajador.

Mientras Pedro era conducido en una ambulancia al Hospital Universitario de Santander (HUS), donde permaneció ocho horas y fue diagnosticado con un trauma cerrado de cadera, ocho de sus compañeros fallecían en el lugar del siniestro y diferentes clínicas de la ciudad.

Si dios le salvó la vida a Martínez, quien no agradeció las labores de rescate, también cabe culparlo de la muerte de sus compañeros. Me alegro de que Martínez haya sobrevivido, pero me molesta la soberbia que asume: "Yo fui elegido por dios para salvarme".

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