Como recordarán, el sábado se llevó a cabo la Tercera Reunión Atea en Bogotá.
Este es mi recuento del suceso. Primero, llegué a la 1 p.m. a Plaza 39, en donde había quedado con Fengar para vernos, almorzar y después caer juntos a la reunión. Como no podía ser de otra forma, nuestro almuerzo fue extremadamente blasfemo y hereje, carne roja, satisfaciendo a plenitud el hambre:
Cuando dieron las 2 p.m., fuimos al Parque Nacional y tras ubicar el punto de encuentro en el grafiteado mapa tipo Ud. está aquí. Al llegar a la torre del reloj pasaron unos 20 minutos antes de encontrarnos, o reconocer a alguien (una diferencia fundamental con otros grupos discriminados como las minorías étnicas o las mujeres, es que no tenemos una identidad visual que nos caracterice y estoy fuertemente en contra de que utilicemos uniformes o algo similar).
Cuando fuimos cinco, Fengar tuvo que irse (pues iba a pasar Semana Santa con su familia, fuera de Bogotá). Al rato de irse él, fueron llegando más y más personas hasta que hubo un grupo nutrido de aproximadamente 12, que para el clímax de la reunión ya conformábamos unos 20:
Intercambiamos ideas y todo fue maravilloso.
De lo que he sabido acerca de reuniones anteriores de este tipo en el país (que no es que hayan sido muchas), siempre me había llevado la impresión de que estaban excesivamente enfocadas en la apostasía (la renuncia a la Iglesia Católica, a la que la gran mayoría fuimos suscritos mientras estábamos en un estado de completa indefensión).
Aunque este es un tema muy importante, me pareció que era oportuno traer otros temas a colación y afortunadamente no fui el único, porque hubo varias propuestas.
Por ejemplo, ya ha habido muchos intentos de focalizar todos los esfuerzos en un solo proyecto sombrilla que nos ampare y agrupe a los demás. En este esfuerzo ya han aparecido iniciativas como la Organización Colombiana de Ateos (ORCA) y Ateos de Colombia, además de las múltiples páginas en Facebook. La conclusión que prevaleció fue la de hacer una nueva iniciativa - Ateísmo Ético Colombiano.
Otra propuesta que hubo fue la de realizar conversatorios, charlas y discusiones en las que se promueva el pensamiento crítico, tema que puede ser un poco espinoso porque abordar las creencias ajenas desde una perspectiva racional, sin apuntar a la dependencia emocional que se tiene de ellas es una empresa que me parece más que complicada.
Entre las propuestas que yo formulé se encontraba la de invitar a todos los presentes a que inicien sus propios blogs. Me honra ser quien más ha denunciado las violaciones al estado laico en el país, pero es una posición solitaria y ciertamente se me pueden pasar muchas cosas, ya que no puedo estar en todas partes y los más probable es que haya perspectivas que no trate. Las comunidades escépticas de EEUU y España han crecido gracias a la explosión de blogs de ciudadanos preocupados que le dedican una parte de sus días, de todos los días, a combatir la estupidez y la discriminación.
Además, con esto podríamos hacer más ruido que la presencia única de unos dos o tres blogs (que afortunadamente existen y que sería genial si pudieran actualizarse a diario, lo que ayuda en posicionamiento en buscadores).
También hice un llamado a defender el Estado laico y que ese fuera uno de los estandartes del movimiento, pues sólo así tenemos garantizado el respeto de nuestros derechos y la no discriminación.
Fue entonces cuando empezó a lloviznar y terminó la reunión formal (si es que sentarse a impedir el paso en uno de los caminos peatonales del Parque Nacional puede ser considerado formal). Entonces algunos partieron, pues aquello de tener una vida interesante y llena de actividades que les exigen parte de su tiempo les impidió quedarse, mientras que los menos ocupados fuimos por un café:
Una vez en el café, seguimos la conversación y llegamos a otras conclusiones, por ejemplo que una parte complementaria con la apostasía es la de oponernos a que se reclute a los menores de edad en cualquier religión, pues comprendemos que toda persona nace libre y no debe ser etiquetada, sin su consentimiento, en un movimiento con reglas arbitrarias sin que tenga las suficientes capacidades críticas para tomar esa decisión de manera autónoma e independiente (toda vez que esa es una de las exigencias para apostatar).
Para nosotros, los menores de edad son seres humanos y no posesiones de sus padres y en esa medida, estos no pueden ni deben estamparles una religión como si se tratara de su negocio al que llenan de pegatinas de la virgen.
Otro de los puntos que tocamos, es que concebimos el laicismo no como parte de una agenda atea, sino como la única garantía de los derechos y las libertades de los que no adherimos la religión mayoritaria. O sea, es la mejor defensa de las minorías, ante la posibilidad de que las mayorías ejerzan o reclamen para sí alguna especie de privilegio religioso, algo que se les da con bastante facilidad. Sólo el laicismo garantiza que los de religiones minoritarias, los creyentes no practicantes, los indecisos y los no creyentes tengamos a salvo nuestros derechos.
También se hizo mención a que muchos de nosotros no queremos tener hijos. Somos demasiados seres humanos en el planeta y yo no quiero traer una vida a un mundo en el que reinan las supersticiones, con sus prejuicios y su discriminación. Resulta que no soy el único que suscribe las ideas del Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria (con quienes comparto que hay que reducir drásticamente los números demográficos y que el día que queden no más de un millón de personas en el mundo, ese día, habremos alcanzado una cantidad poblacional aceptable... vamos, que tampoco quiero que seamos una raza en peligro de extinción, sino que haya suficiente alimento y oxígeno para todos)
A grandes rasgos, así fue la Tercera Reunión Atea en Bogotá, en donde conocí personas maravillosas y con grandes ideas, que quieren hacer de este un mundo más justo e incluyente y menos estúpido.
Aunque por supuesto, no todo fue perfecto. Hubo menciones de alabanza al charlatán de Freud, a esos mentirosos y fascistas compulsivos de Zeitgeist y algo que me pareció como la participación implícita en el odio contra los carros que las últimas seis administraciones de la ciudad nos han querido vender.
Por supuesto, no podía ser perfecto, pero no voy a permitir que estos pequeños desacuerdos manchen la que de otra forma fue una reunión genial, llena de humor, de experiencias compartidas, de solidaridad y rechazo a los prejuicios. Porque es increíble que 200 años después de la Ilustración, tal como dijo Tim Minchin, "tengamos que reunirnos para defender lo putamente obvio".
Este es mi recuento del suceso. Primero, llegué a la 1 p.m. a Plaza 39, en donde había quedado con Fengar para vernos, almorzar y después caer juntos a la reunión. Como no podía ser de otra forma, nuestro almuerzo fue extremadamente blasfemo y hereje, carne roja, satisfaciendo a plenitud el hambre:
Cuando dieron las 2 p.m., fuimos al Parque Nacional y tras ubicar el punto de encuentro en el grafiteado mapa tipo Ud. está aquí. Al llegar a la torre del reloj pasaron unos 20 minutos antes de encontrarnos, o reconocer a alguien (una diferencia fundamental con otros grupos discriminados como las minorías étnicas o las mujeres, es que no tenemos una identidad visual que nos caracterice y estoy fuertemente en contra de que utilicemos uniformes o algo similar).
Cuando fuimos cinco, Fengar tuvo que irse (pues iba a pasar Semana Santa con su familia, fuera de Bogotá). Al rato de irse él, fueron llegando más y más personas hasta que hubo un grupo nutrido de aproximadamente 12, que para el clímax de la reunión ya conformábamos unos 20:
Intercambiamos ideas y todo fue maravilloso.
De lo que he sabido acerca de reuniones anteriores de este tipo en el país (que no es que hayan sido muchas), siempre me había llevado la impresión de que estaban excesivamente enfocadas en la apostasía (la renuncia a la Iglesia Católica, a la que la gran mayoría fuimos suscritos mientras estábamos en un estado de completa indefensión).
Aunque este es un tema muy importante, me pareció que era oportuno traer otros temas a colación y afortunadamente no fui el único, porque hubo varias propuestas.
Por ejemplo, ya ha habido muchos intentos de focalizar todos los esfuerzos en un solo proyecto sombrilla que nos ampare y agrupe a los demás. En este esfuerzo ya han aparecido iniciativas como la Organización Colombiana de Ateos (ORCA) y Ateos de Colombia, además de las múltiples páginas en Facebook. La conclusión que prevaleció fue la de hacer una nueva iniciativa - Ateísmo Ético Colombiano.
Otra propuesta que hubo fue la de realizar conversatorios, charlas y discusiones en las que se promueva el pensamiento crítico, tema que puede ser un poco espinoso porque abordar las creencias ajenas desde una perspectiva racional, sin apuntar a la dependencia emocional que se tiene de ellas es una empresa que me parece más que complicada.
Entre las propuestas que yo formulé se encontraba la de invitar a todos los presentes a que inicien sus propios blogs. Me honra ser quien más ha denunciado las violaciones al estado laico en el país, pero es una posición solitaria y ciertamente se me pueden pasar muchas cosas, ya que no puedo estar en todas partes y los más probable es que haya perspectivas que no trate. Las comunidades escépticas de EEUU y España han crecido gracias a la explosión de blogs de ciudadanos preocupados que le dedican una parte de sus días, de todos los días, a combatir la estupidez y la discriminación.
Además, con esto podríamos hacer más ruido que la presencia única de unos dos o tres blogs (que afortunadamente existen y que sería genial si pudieran actualizarse a diario, lo que ayuda en posicionamiento en buscadores).
También hice un llamado a defender el Estado laico y que ese fuera uno de los estandartes del movimiento, pues sólo así tenemos garantizado el respeto de nuestros derechos y la no discriminación.
Fue entonces cuando empezó a lloviznar y terminó la reunión formal (si es que sentarse a impedir el paso en uno de los caminos peatonales del Parque Nacional puede ser considerado formal). Entonces algunos partieron, pues aquello de tener una vida interesante y llena de actividades que les exigen parte de su tiempo les impidió quedarse, mientras que los menos ocupados fuimos por un café:
Una vez en el café, seguimos la conversación y llegamos a otras conclusiones, por ejemplo que una parte complementaria con la apostasía es la de oponernos a que se reclute a los menores de edad en cualquier religión, pues comprendemos que toda persona nace libre y no debe ser etiquetada, sin su consentimiento, en un movimiento con reglas arbitrarias sin que tenga las suficientes capacidades críticas para tomar esa decisión de manera autónoma e independiente (toda vez que esa es una de las exigencias para apostatar).
Para nosotros, los menores de edad son seres humanos y no posesiones de sus padres y en esa medida, estos no pueden ni deben estamparles una religión como si se tratara de su negocio al que llenan de pegatinas de la virgen.
Otro de los puntos que tocamos, es que concebimos el laicismo no como parte de una agenda atea, sino como la única garantía de los derechos y las libertades de los que no adherimos la religión mayoritaria. O sea, es la mejor defensa de las minorías, ante la posibilidad de que las mayorías ejerzan o reclamen para sí alguna especie de privilegio religioso, algo que se les da con bastante facilidad. Sólo el laicismo garantiza que los de religiones minoritarias, los creyentes no practicantes, los indecisos y los no creyentes tengamos a salvo nuestros derechos.
También se hizo mención a que muchos de nosotros no queremos tener hijos. Somos demasiados seres humanos en el planeta y yo no quiero traer una vida a un mundo en el que reinan las supersticiones, con sus prejuicios y su discriminación. Resulta que no soy el único que suscribe las ideas del Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria (con quienes comparto que hay que reducir drásticamente los números demográficos y que el día que queden no más de un millón de personas en el mundo, ese día, habremos alcanzado una cantidad poblacional aceptable... vamos, que tampoco quiero que seamos una raza en peligro de extinción, sino que haya suficiente alimento y oxígeno para todos)
A grandes rasgos, así fue la Tercera Reunión Atea en Bogotá, en donde conocí personas maravillosas y con grandes ideas, que quieren hacer de este un mundo más justo e incluyente y menos estúpido.
Aunque por supuesto, no todo fue perfecto. Hubo menciones de alabanza al charlatán de Freud, a esos mentirosos y fascistas compulsivos de Zeitgeist y algo que me pareció como la participación implícita en el odio contra los carros que las últimas seis administraciones de la ciudad nos han querido vender.
Por supuesto, no podía ser perfecto, pero no voy a permitir que estos pequeños desacuerdos manchen la que de otra forma fue una reunión genial, llena de humor, de experiencias compartidas, de solidaridad y rechazo a los prejuicios. Porque es increíble que 200 años después de la Ilustración, tal como dijo Tim Minchin, "tengamos que reunirnos para defender lo putamente obvio".
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