Gustavo Petro no es santo de mi devoción, ni de prácticamente nadie en la ciudad. Los que lo defienden suelen caer en el mismo error de los que lo atacan - el partidismo (muy de su gusto o de su disgusto).
Sin embargo, creo que Cristina de la Torre toca un punto muy importante acerca de un sector (el derechista) que ataca a Petro porque sí y porque no:
La columnista ha dado completamente en el clavo. Petro tendrá sus defectos (algunos inventados), pero la corrupción de TransMilenio es obra exclusiva de ese corrupto amigo de las cementeras que es Enrique Peñalosa.
Sin embargo, creo que Cristina de la Torre toca un punto muy importante acerca de un sector (el derechista) que ataca a Petro porque sí y porque no:
No preguntan, verbigracia, por qué archivaron la investigación de la Contraloría contra Enrique Peñalosa por omisión en la vigilancia de los contratos de Transmilenio que cambiaron las especificaciones técnicas de las losas, yerro que está en el origen mismo del desastre y, en inversión gratuita de responsabilidades, quieren endilgarle al nuevo burgomaestre. La Red de Veedurías Ciudadanas, cuyo estudio retoma Libardo Espitia (Razón Pública, 3-25), pone el dedo en la llaga. En 2003, a sólo tres años de inaugurado el Transmilenio, se abrieron las primeras grietas en las troncales. La sociedad Steer Davies Gleave había optado a contrato con estudios que contemplaban relleno granular como material de nivelación en los carriles de los buses. Pero, ganada la licitación, se cambió este material por relleno fluido. A sabiendas, la resistencia se redujo a la mitad. Y la vida útil de las losas, calculada en 20 años, bajó en picada, pues desde hace una década éstas muestran fauces cada vez más hondas. Además, como aquella administración no le exigió al contratista el mantenimiento de las troncales, a marzo de 2011 el Distrito había tenido que invertir 57 mil millones en rehabilitación de losas; y deberá destinar 300 mil millones para reconstruir las 20 mil pendientes. La Contraloría abrió en 2004 procesos de responsabilidad fiscal por valor de 79 mil millones. Pero hoy duermen el sueño de los justos. ¿A son de qué?
La columnista ha dado completamente en el clavo. Petro tendrá sus defectos (algunos inventados), pero la corrupción de TransMilenio es obra exclusiva de ese corrupto amigo de las cementeras que es Enrique Peñalosa.
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