Como si no tuviéramos suficiente con la idiotez de la "libertad religiosa" que busca preservar los privilegios que las religiones han alcanzado por medio de matanzas, robos y violación de las más elementales leyes de convivencia, ahora resulta que este tipo de analfabetos funcionales también están en Colombia.
Hoy me enteré de la existencia de uno de ellos, Jorge Yarce, blogger de El Tiempo:
¡Eso es porque lo son!
Sí, bueno, cuando uno suscribe una superstición mafiosa que ha ganado una posición privilegiada por medio de persecuciones, que ha ocultado crímines y criminales (como los socerdotes pederastas) y que promueve la discriminación de las mujeres y los homosexuales no puede esperar que se lo trate como a una persona decente: ¡no lo es!
Eso no es ser guerrero de la intolerancia. Simplemente es no tener una relación personal con Jesús... ¡sino con la realidad!
Es que así es: tiene mejor acogida social que las personas no maten a sus vecinos porque decidieron trabajar el sábado, tiene mejor acogida social que las personas no maten a sus familiares porque combinaron prendas de seda y algodón, tiene mejor acogida social que las hijas no emborrachen a sus viejos padres y follen con ellos aunque ese sea el ejemplo de Lot y tiene mejor acogida social que las personas no hipotequen la virginidad de sus hijas para preservar la de sus amigos imaginarios.
Así que sí: ser incoherente con los cuentos de hadas que analfabetos pastores de cabras ensamblaron para transmitir sus costumbres hace dos milenios tiene mejor acogida social. ¿Qué le hacemos?
Primero, siempre he defendido la libertad de expresión y las caricaturas del Jylands-Posten (que he republicado en el blog).
Segundo y más importante: los religiosos son ineptos que no entienden cómo funciona la libertad de expresión (y ya puestos, ni siquiera entienden cómo funciona la libertad religiosa).
A ver, a falta de títeres, trataré de explicarlo lo más sencillo que puedo con palabras: se tiene el derecho a ofender y se tiene el derecho a sentirse ofendido. Lo que no existe es el derecho a no ser ofendido. Espero que su única neurona no se estalle tratando de comprender eso.
Sí, es lo que pasa cuando se mezcla intolerancia religiosa y multiculturalismo (ambos fenómenos a par cual de peligrosos). Eso no reivindica las estupideces que promulga el cristianismo, ni sus prejuicios, ni su discriminación, ni su negativa a pagar impuestos pero la insistencia que tienen en moldear la política pública.
No. Se jode: puede creer lo que le venga en gana, pero si es una estupidez, es una estupidez y yo no tengo que respetar las estupideces simplemente porque alguien se las crea.
Si el señor Yarce opinara que los blancos son superiores a los negros o que la Tierra es plana, o que las sanguijuelas son mejores que la medicina, eso sigue siendo estúpido, tanto como creer que hay serpientes parlantes, mujeres costilla, que los hombres pueden pasar tres días en el estómago de una ballena, que el agua se puede transformar en vino, que puede haber zombies judíos o que se puede caminar por encima del agua.
La cosa funciona así. Las ideas, todas las ideas, sean creencias, opiniones, hipótesis o de cualquier otra, las someteré a análisis y las compararé con el conocimiento acumulado en la historia de la humanidad. Si esas ideas se prueban ciertas, pues así las tomaré hasta que encuentre evidencia que sugiera lo contrario. Si, en cambio, resultan falsas y estúpidas, me burlaré, las vapulearé y las pondré en el merecido ridículo de las falsas ideas. Cuando aparezca evidencia en su favor, la evaluaré y sólo si se prueba consistente, dejaré de poner esas ideas en ridículo. Antes no.
En cuanto al respeto, lo reservo para las personas y sus libertades, no para las creencias.
Y esta es mi creencia considerada más sagrada, así que bien haría el señor Yarce en empezar a mostrar algo de respeto hacia ella o en dejar de ser hipócrita.
(dato: Edwin Hurtado)
Hoy me enteré de la existencia de uno de ellos, Jorge Yarce, blogger de El Tiempo:
La visión trascendente de la vida y la religión y la fe son presentadas como un obstáculo para el progreso.
¡Eso es porque lo son!
Usted puede ser ateo, intolerante, comunista, político corrupto, drogadicto o, en el campo religioso, musulmán, judío o budista; pero no se le ocurra decir que es católico: enseguida lo rodea una serie de sospechas: troglodita, conservador, represivo, fundamentalista, amén de iluso, enemigo de la libertad, antidemocrático... etc.
Sí, bueno, cuando uno suscribe una superstición mafiosa que ha ganado una posición privilegiada por medio de persecuciones, que ha ocultado crímines y criminales (como los socerdotes pederastas) y que promueve la discriminación de las mujeres y los homosexuales no puede esperar que se lo trate como a una persona decente: ¡no lo es!
Para estos no basta con ser ateo y respetar las creencias ajenas: hay que ser guerrero de la intolerancia y atacar lanza en ristre a la Iglesia y a los católicos considerándolos un verdadero peligro para la sociedad, como si esa fe los convirtiera en unos parias frente a todos los demás.
Eso no es ser guerrero de la intolerancia. Simplemente es no tener una relación personal con Jesús... ¡sino con la realidad!
Parece que ser incoherente con lo que se cree, tendría mejor acogida social.
Es que así es: tiene mejor acogida social que las personas no maten a sus vecinos porque decidieron trabajar el sábado, tiene mejor acogida social que las personas no maten a sus familiares porque combinaron prendas de seda y algodón, tiene mejor acogida social que las hijas no emborrachen a sus viejos padres y follen con ellos aunque ese sea el ejemplo de Lot y tiene mejor acogida social que las personas no hipotequen la virginidad de sus hijas para preservar la de sus amigos imaginarios.
Así que sí: ser incoherente con los cuentos de hadas que analfabetos pastores de cabras ensamblaron para transmitir sus costumbres hace dos milenios tiene mejor acogida social. ¿Qué le hacemos?
Recordemos que en Dinamarca un diario publicó unas caricaturas de Mahona y el mundo entero puso el grito en el cielo. En Colombia una revista publicó un montaje pornográfico de la Última Cena de Cristo, claramente ofensiva para los cristianos, y algunos defendieron la procacidad alegando la libertad de expresión; llevado el asunto al terreno legal, triunfaron los ofensores.
Primero, siempre he defendido la libertad de expresión y las caricaturas del Jylands-Posten (que he republicado en el blog).
Segundo y más importante: los religiosos son ineptos que no entienden cómo funciona la libertad de expresión (y ya puestos, ni siquiera entienden cómo funciona la libertad religiosa).
A ver, a falta de títeres, trataré de explicarlo lo más sencillo que puedo con palabras: se tiene el derecho a ofender y se tiene el derecho a sentirse ofendido. Lo que no existe es el derecho a no ser ofendido. Espero que su única neurona no se estalle tratando de comprender eso.
En Irak y en Sudán actualmente se persigue a los católicos mientras en Europa se protegen los derechos de las minorías musulmanas. Son paradojas de la intoler
Sí, es lo que pasa cuando se mezcla intolerancia religiosa y multiculturalismo (ambos fenómenos a par cual de peligrosos). Eso no reivindica las estupideces que promulga el cristianismo, ni sus prejuicios, ni su discriminación, ni su negativa a pagar impuestos pero la insistencia que tienen en moldear la política pública.
Si el derecho a profesar libremente una religión es uno de los derechos humanos, muy unido a él está el respeto por las creencias y opiniones de los demás, que es inseparable de la tolerancia como valor indispensable para la convivencia pacífica.
No. Se jode: puede creer lo que le venga en gana, pero si es una estupidez, es una estupidez y yo no tengo que respetar las estupideces simplemente porque alguien se las crea.
Si el señor Yarce opinara que los blancos son superiores a los negros o que la Tierra es plana, o que las sanguijuelas son mejores que la medicina, eso sigue siendo estúpido, tanto como creer que hay serpientes parlantes, mujeres costilla, que los hombres pueden pasar tres días en el estómago de una ballena, que el agua se puede transformar en vino, que puede haber zombies judíos o que se puede caminar por encima del agua.
La cosa funciona así. Las ideas, todas las ideas, sean creencias, opiniones, hipótesis o de cualquier otra, las someteré a análisis y las compararé con el conocimiento acumulado en la historia de la humanidad. Si esas ideas se prueban ciertas, pues así las tomaré hasta que encuentre evidencia que sugiera lo contrario. Si, en cambio, resultan falsas y estúpidas, me burlaré, las vapulearé y las pondré en el merecido ridículo de las falsas ideas. Cuando aparezca evidencia en su favor, la evaluaré y sólo si se prueba consistente, dejaré de poner esas ideas en ridículo. Antes no.
En cuanto al respeto, lo reservo para las personas y sus libertades, no para las creencias.
Y esta es mi creencia considerada más sagrada, así que bien haría el señor Yarce en empezar a mostrar algo de respeto hacia ella o en dejar de ser hipócrita.
(dato: Edwin Hurtado)
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