Ayer, en Bogotá, fue esa jornada de desprecio a las libertades individuales conocida como Día Sin Carro, que la Alcaldía Mayor viene realizando desde hace algunos años.
Como si la cosa no estuviera suficientemente mal, el alcalde Gustavo Petro quiere repetir la jornada, y además tiene el cinismo de imponer sus preferencias:
¿Y a Petro qué le importa? Si a él le gustan el bus y la bicicleta, ¡¡que los use!! Pero que no venga a esperar cambiar las preferencias ciudadanas. ¿Por qué va él, o cualquier Alcalde, a decir -y dictar- qué es lo que a cada quién debería gustarle?
Y no es que esto me coja por sorpresa. Esto se veía venir desde la época de elecciones, cuando todos los candidatos se enlistaron a la guerra contra la clase media.
Como si la cosa no estuviera suficientemente mal, el alcalde Gustavo Petro quiere repetir la jornada, y además tiene el cinismo de imponer sus preferencias:
Petro afirmó que en la ciudad cada día "se realizan 17 millones de viajes diarios, la mitad de ellos a pie". "Solo un 10% se realiza en carro particular", agregó, y sostuvo que los carros no son "el mayor responsable de contaminación, pero sí de congestión".
El alto funcionario espera que los ciudadanos puedan cambiar las prácticas de movilidad y usen el bus, la bicicleta o caminen cuando se puede.
¿Y a Petro qué le importa? Si a él le gustan el bus y la bicicleta, ¡¡que los use!! Pero que no venga a esperar cambiar las preferencias ciudadanas. ¿Por qué va él, o cualquier Alcalde, a decir -y dictar- qué es lo que a cada quién debería gustarle?
Y no es que esto me coja por sorpresa. Esto se veía venir desde la época de elecciones, cuando todos los candidatos se enlistaron a la guerra contra la clase media.
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