sábado, 23 de febrero de 2013

Pobrecito yo, el ateo

Una de las cosas que no se me dan muy bien es la poesía.

A otros sí, como a Charles Strouse y Dan Barker que hicieron este poema, Pobrecito yo:

Las multitudes murmuran mitologías sin fin.
Pero yo, tengo problemas con las "ologías" que pretenden
demostrar lo que no se puede demostrar,
saber lo que no puede ser conocido.

Los luteranos tienen liturgias. Los calvinistas tienen credos.
Los musulmanes tienen sus minaretes. Los católicos tienen sus rosarios.
Los metodistas tienen métodos, la Santa Verdad para determinar,
Pero, pobrecito de mí, sólo tengo un cerebro.

Los obispos transubstancian. Los sintoístas suenan sus campanas.
Los trascendentalistas meditan. Los wiccanos entrelazan sus hechizos.
Los hindúes cantan un mantra cuando no pueden aliviar el dolor,
Pero, pobrecito de mí, sólo tengo un cerebro.

Tan temerosos del país bajo, los creyentes se juntan.
Insatisfechos con el hombre del tiempo, los zuñis ondean plumas —
Ellos bailan en círculos para pedir: "Gran Espíritu, ¡envía algo de lluvia!"
Pero ¿qué hacer si sólo tienes un cerebro?

Los cuáqueros tiemblan y los shakers tiemblan. Los judíos comen comida kosher.
Los rastafaris usan el cabello en señal de gratitud piadosa.
Todos se jactan de sus milagros que nadie puede explicar,
Pero pobrecito de mí, pobrecito de mí,
Sólo tengo un cerebro.

Si quieren más poesía en español, y atea, recomiendo el blog de mi amiga Ana Morales.

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