martes, 14 de febrero de 2012

De curas gays, con sida y sicarios

¿Se imaginan a un sacerdote católico que fuera gay, tuviera sida y además contratara sicarios? A mí no me queda muy difícil.

De hecho, no tengo que imaginármelos. Fue el caso de dos curas colombianos:

La investigación por el asesinato de los sacerdotes Rafael Reátiga y Richard Píffano, que estremeció a la capital de la República en enero del año pasado, dio un giro sorprendente: los dos sacerdotes pagaron 15 millones de pesos para que los mataran.

Luego de un año de investigación, el CTI de la Fiscalía encontró evidencias suficientes para imputar el delito de homicidio a los dos sicarios que fueron contactados dos días antes por los mismos sacerdotes para que les ayudaran a cumplir el pacto de muerte que habían decidido cuando se enteraron de que al menos uno de ellos tenía una enfermedad contagiosa incurable.
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Los exámenes de Medicina Legal ratificaron la condición de salud de los sacerdotes. Los agentes del CTI recorrieron los sitios nocturnos frecuentados por la comunidad LGBT, y en varios de ellos reconocieron a los sacerdotes como clientes habituales, aunque se desconocían sus identidades.

Pues no cabe ninguna duda, los curas son como las apariencias - engañan y no poseen ninguna superioridad moral. Con esto, por supuesto, me refiero al hecho de contratar delincuentes. Ser gay es como preferir el color rojo o los sabores salados: nada reprochable.

(dato: Mono Guerrero)

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