sábado, 11 de febrero de 2012

La superioridad del poliamor

La monogamia trae implícito un elemento perverso de propiedad sobre la otra persona.

De hecho, que todavía no se pueda contraer matrimonio con personas del otro sexo o con más de una persona a la vez pone de manifiesto el privilegio que la ley le da a las relaciones posesivas y "regulares" por encima de otras opciones, igualmente válidas y cuyas implicaciones son menos destructivas para con los involucrados:

Una de las razones por las que fallan las relaciones es porque tenemos expectativas poco realistas sobre ellas, alimentadas por mitos como el de "la media naranja" que va a ser nuestro "todo". Las personas poliamor reconocen esta falacia y respetan las capacidades y límites de cada persona sobre lo que pueden dar. En lugar de intentar cambiar a una persona , exigiendo que sean algo que no son, o creando resentimiento porque no son nuestra Superpareja, las personas poli tienen varias relaciones de modo que cubren más de sus necesidades sexuales y emocionales.

Digamos que tienes una relación con alguien y desarrollas sentimientos por otra persona. Las personas que practican la monogamia creen que deben tomar una decisión: Aplastar las emociones que esa nueva persona ha despertado en ti y ser fiel a tu actual pareja, o romper para seguir la relación con la nueva persona. Las personas que practican poliamor no se ven forzadas a elegir una u otra opción.

Pero de nuevo, las personas que hacen la ley le temen a la soledad, a ser abandonados, a que se pierda el interés en ellos, a ser vistos socialmente como ineptos incapaces de atraer a alguien (del otro sexo, por supuesto).

Y es cuando establecen los privilegios para las ponzoñosas y contaminantes relaciones en las que dos personas prometen cómo se van a sentir por el resto de sus vidas (!).

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