jueves, 9 de febrero de 2012

El estrepitoso fracaso de la Defensoría del Pueblo

Yo no sé cómo, pero cada institución estatal que reviste algo de interés para los colombianos se da las mañas de violar la Constitución a la vez que de fracasar en su principal propósito.

Cuando es el Jardín Botánico, supuesto repositario del conocimiento de nuestra flora al que hemos llegado a través la ciencia, promueven las pseudociencias junto con dogmas religiosos. Cuando es el ICBF, que tiene como parte de sus funciones velar por los niños desamparados, tienen convenios de supuesta desintoxicación en cuyos procesos adoctrinan a los niños en el credo católico, configurando maltrato infantil.

Ahora, si a la Defensoría del Pueblo, que le corresponde velar por los derechos humanos, le da por hacer una plegaria, no podemos sino esperar que lo haga, violando nuestros derechos fundamentales.

Dice la Constitución, en su artículo 13, recién iniciado el capítulo de los derechos fundamentales:

Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica.

El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados.

Hasta donde yo sé, los grupos discriminados y marginados en Colombia somos todos aquellos que no pertenecemos a la religión cristiana, pues somos minoría y la superstición cristiana tiene todo tipo de privilegios, por lo que hacer una plegaria en una entidad estatal, como la Defensoría, viola nuestros derechos fundamentales:

Una especial y conmovedora novena de aguinaldos se realizó ayer por la tarde en la sede principal de la Defensoría del Pueblo en el barrio Chapinero de Bogotá, en donde se hizo una especial plegaria por la paz. Como invitados especiales asistieron Clara Rojas y su hijo Emmanuele.


Como para que no quepa ninguna duda: oficiaron una misa de la religión que suscribe la mayoría del pueblo.

¿Es eso "promover las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptar medidas en favor de grupos discriminados o marginados"?

No lo es.

¿Cómo es que eso es "recibir la misma protección y trato de las autoridades y gozar de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de religión"?

No lo es - se está promoviendo una religión que entra en conflicto con mi libertad de cultos.

Y ahí no acaba la cosa. Resulta que el artículo 13 de la Constitución establece que todas las personas nacen libres. Esto significa que a ningún niño lo deben etiquetar en ningún sistema organizado de creencias y deben dejar que tome esa decisión una vez cumpla la mayoría de edad. Básicamente el artículo prohíbe el expendio de religiones a los menores de edad (al igual que no se puede suscribirlos al Partido Nazi o al Manchester United o a una ONG ambientalista).

Y, como no podía ser de otra forma, el Defensor del Pueblo, también se cargó esa parte del artículo. Mejor dicho, no dejó artículo. Allá todo es discriminación:

El Defensor del Pueblo de Colombia, Vólmar Pérez Ortiz, acompañado de su esposa y de los funcionarios de la Entidad, estuvieron cantando y orando por los secuestrados en Colombia, al lado de Clara Rojas, quien además estaba ayer de cumpleaños y de Emmanuele, el pequeño que nació en cautiverio cuando su madre estuvo plagiada por la guerrilla de las FARC. También se encontraba la señora madre de Clara, la abuelita de Emmanuele.

Preguntaría que cómo se les ocurre exponer a un menor de edad a una de las doctrinas más retrógradas, fascistas y violentas que la humanidad ha concebido y que ha sido causa de innumerables muertes y desgracias, pero hay un problema - fueron varios niños.

Resulta que en la galería de fotos del evento (¡que tiene la increíble cifra de dos fotos en total!) se muestra cómo los funcionarios de la Defensoría también pudieron llevar a sus hijos, quitándoles la opción de elegir a los amigos imaginarios que quieran, una vez alcancen la mayoría de edad.


Mejor dicho, sólo faltó el Procufacho, Alejandro Ordóñez.

(dato: Pirituyo)

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