Ya vimos cómo Noam Chomsky basa sus infundadas teorías conspiranóicas de manipulación mediática en las hipótesis de Edward Bernays, quien aplicaba el psicoanálisis de su tío Sigumnd Freud a todo y que sirvió de caldo de cultivo teórico para Goebbels. Y también vimos su negación del genocidio de Srebrenica, junto con su poco recomendable colega Edward Herman.
Pues ahora, gracias a Chemazdamundi, quien en un graciosísimo artículo desmitifica la anticientífica Rosa de Peters, nos enteramos de otro de los compañeros del crimen de este antipensador:
Claro que aquí, pasando lista del panteón del neoestalinismo -o socialismo del siglo XXI- ya habíamos mencionado a ese portal de desinformación y mentiras que es Rebelión, cuando desenmascaramos a su deshonesto director, el tal Pascual Serrano.
Se siguen sumando nombres a la lista: Heinz Dieterich Steffan, del cual Chema tiene algo que decir:
Vamos a ver quién más conforma ese disparatado ejército de aliados chosmkyanos -que entre otros, también incluye a Hezbolá y unos delincuentes neonazis franceses-.
Pues ahora, gracias a Chemazdamundi, quien en un graciosísimo artículo desmitifica la anticientífica Rosa de Peters, nos enteramos de otro de los compañeros del crimen de este antipensador:
La “obra” de Peters se enmarca en el llamado “neomarxismo” o “socialismo del siglo XXI”.
Vamos a resumir un poco.
El concepto de la Rosa de Peters lo desarrolló al estudiar sobre el tema de la economía equivalente (o de equivalencias) en la que el comercio de bienes y servicios, al contrario que en la economía de mercado con sus precios, ocurre sobre la base de la suma del tiempo empleado en la producción.
Arno Peters pertenece a la llamada “Nueva Escuela de Bremen”, una “escuela” sociológica de corte ideológico marxista, que tiene sus orígenes en la ciudad alemana de Bremen, y que se interesaba por conceptos como ése de la “economía de equivalencias”. Algunos de sus miembros son activistas tan conocidos actualmente como Carsten Stahmer o el físico cubano Raimundo Franco.
Pero el representante más conocido quizás sea Heinz Dieterich Steffan, amigo, biógrafo y difusor de la “obra” de Peters. Seguramente hayáis oído hablar de él. Es profesor de sociología y metodología en la Universidad Autónoma de México... y un conocidísimo activista y analista político, que se especializa en analizar y documentar los conflictos y movimientos sociales latinoamericanos (desde una perspectiva marxista, por supuesto).
Yo le conocía no por sus “aportaciones” sino porque es uno de los fundadores y colaboradores de la web Rebelion.org, una webring muy famosa destinada a la lucha contra el capitalismo, la globalización, etc. Ya os podéis imaginar lo que os vais a encontrar dentro de ella.
Dieterich fue, también, consejero del gobierno venezolano de Hugo Chávez... pero rompió relaciones con él porque consideraba que no estaba aplicando correctamente sus consejos.
Dieterich es, como Peters, muy polémico. Incluso entre otros marxistas (Alan Woods le acusa de ser en exceso “reformista” con el marxismo).
Sus obras más conocidas son La Aldea Global y Latinoamérica, de la colonización a la globalización, escritos en colaboración con el famoso Noam Chomsky.
Claro que aquí, pasando lista del panteón del neoestalinismo -o socialismo del siglo XXI- ya habíamos mencionado a ese portal de desinformación y mentiras que es Rebelión, cuando desenmascaramos a su deshonesto director, el tal Pascual Serrano.
Se siguen sumando nombres a la lista: Heinz Dieterich Steffan, del cual Chema tiene algo que decir:
Dieterich y muchos pensadores marxistas confunden (de manera adrede o no), el hecho de utilizar tecnologías con “ser científico”.
De la misma forma que el Proyecto Venus de Jacque Fresco no se puede decir que se atenga a principios científicos si construye casas sin cimientos y sin proyectos técnicos, el que Dieterich aconsejara a Peters utilizar “computación informática cibernética” para la generación de la Rosa de Peters no hace de esa matriz de cálculo un concepto científico… si su diseño, formulación, o puesta a prueba no se atienen al método científico.
Con ese “sistema”, Dieterich pretendía que Peters sentara las bases de un sistema que pudiera desmantelar el “mercado” en pos de un comercio justo, sin el concepto de beneficio.
Dieterich pretendía así crear una economía basada en el “valor objetivo” de los productos. Obviamente, ni Peters ni su amigo sociólogo no sabían que el valor de un producto no está compuesto sólo por valores objetivos, sino subjetivos e, incluso, circunstanciales... pero pedirle eso a un par de tipos que decían que iban a construir un modelo económico de “computación informática cibernética” es pedirle peras al olmo.
Como podéis ver ya en el lenguaje que empleaban… es jerigonza pseudotecnológica y pseudocientífica.
Resumiendo: pretendían sustituir (atentos, ¿eh?), la función informática del mercado y decisoria de los empresarios mediante un equipo que diseñara la “computación” de esa matriz de la Rosa de Peters.
Toma ciencia-ficción.
Pretendían crear un sistema (¿?) que regulara, superara y tomara las decisiones económicas por las personas… según como ellos interpretaban que esas personas deberían tomar esas decisiones, por supuesto.
Es una obsesión con la igualdad, igualdad, igualdad hasta el paroxismo y el absurdo.
Vamos a ver quién más conforma ese disparatado ejército de aliados chosmkyanos -que entre otros, también incluye a Hezbolá y unos delincuentes neonazis franceses-.
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