Cuando escribí sobre el asalto antivacunas a Cochrane advertí que había que seguir estando alerta porque aunque las revisiones Cochrane suelen ser fidedignas y rigurosas, esto no quita que puedan equivocarse, y señalé el caso específico de una revisión de estudios sobre acupuntura en la que el equipo Cochrane falló épicamente. En este blog somos seguidores de la navaja de Hanlon, que reza que nunca se le atribuya a la malicia lo que puede ser explicado adecuadamente por la estupidez — así que cuando mencioné esa mala revisión preferí creer que era por negligencia y no por maldad.
Hoy, esa postura ya no es sostenible.
Desde hace algunos años ha venido surgiendo evidencia de que el establecimiento científico chino tiene un serio problema para diseñar estudios rigurosos, y la acupuntura parece gozar de un tratamiento especialmente privilegiado en este entorno.
Una revisión sistemática de 2014 que evaluó 840 ensayos clínicos aleatorizados sobre acupuntura llevados a cabo por investigadores chinos y publicados en journals chinos, encontró un problema recurrente de sesgo de publicación. En 2016, el organismo regulador de alimentos y medicamentos de China evaluó durante un año los datos de 1.622 programas de ensayos clínicos de nuevos medicamentos farmacéuticos en espera de la aprobación del regulador para la producción en masa, y concluyeron que más del 80% ciento de los datos clínicos son "fabricados".
Decir que los estudios provenientes de China son poco fiables es quedarse cortos. Lamentablemente, parece que Cochrane no ha sido inmune a esta tendencia.
Edzard Ernst buscó en la Biblioteca Cochrane todas las revisiones Cochrane específicamente sobre acupuntura o intervenciones relacionadas, como la acupresión, la electroacupuntura y la moxibustión, y encontró 54 revisiones, al primero de junio de 2020.
En un post en el que analiza todo este cuerpo de evidencia, Ernst da la voz de alarma con respecto a las revisiones Cochrane sobre acupuntura: sólo dos revisiones encontraron una conclusión positiva con base en más de un estudio riguroso; ambas revisiones fueron hechas por el equipo liderado por Klaus Linde, quien es un promotor de la pseudociencia.
Del total de 54 revisiones, 19 fueron hechas por equipos con autores exclusivamente chinos; casi todos los estudios revisados están en chino (lo que dificulta que los coautores y revisores que no son fluidos en el idioma verifiquen la precisión de la extracción de datos de los estudios analizados), 15 de las 54 revisiones tienen autores que son abiertamente promotores de la acupuntura, la mayoría de las revisiones cubren áreas temáticas que son francamente extrañas (¿acupuntura para el glaucoma, las paperas o la hepatitis B crónica?) y aunque 52 revisiones no pudieron encontrar conclusiones positivas entre el tratamiento con acupuntura y una mejoría, no hay escasez de contorsiones retóricas en las secciones de conclusiones, que parecen evitar a toda costa tener que decir que no hay evidencia confiable de que la acupuntura funcione como tratamiento.
A estas alturas, quien quiera insistir que los problemas de las revisiones Cochrane sobre acupuntura no son deliberadas, posiblemente se vea en la necesidad de recurrir a una gimnasia mental similar a la de las revisiones para explicar cómo es que casi una tercera parte de las revisiones incluyó a autores con un claro y flagrante conflicto de intereses.
Ojalá la organización se dé cuenta de lo que está ocurriendo y tomen medidas al respecto.
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Publicado en De Avanzada por David Osorio | Apóyanos en Patreon
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