Posiblemente, el
odio que los antivacunas le tienen a la vacuna contra el VPH supera el odio combinado que tienen por todas las demás vacunas — mi hipótesis es que una sexualidad informada, consentida y libre de consecuencias negativas resulta intolerable para algunos sectores ideológicos (como el machismo, el feminismo tercera ola, conspiranóicos anti-farmacéuticas y ciertas cepas de cristianismo) que terminan convergiendo en este tema. Para evitar que a las mujeres se les garantice el goce de la sexualidad en su vida adulta, se han puesto en marcha varias
campañas de desprestigio contra la vacuna, llegando incluso a
infiltrar Cochrane y pretender usar su prestigio contra la vacuna.
Nada de esto hace que la evidencia de que la
vacuna contra el VPH funciona, es segura y efectiva desaparezca.
Cada vez tenemos más estudios que siguen demostrando la seguridad y efectividad de la vacuna, aunque sus enemigos griten tan fuerte como quieran.
Para la muestra, se acaba de publicar un
estudio en el Journal of Infectious Diseases en el que los investigadores
tomaron muestras de sangre de 1100 mujeres finlandesas que participaron en ensayos clínicos de fase III y luego examinaron el suero en busca de anticuerpos específicos contra el VPH — sus hallazgos: