
Con el asesinato de Charlie Kirk, la extrema derecha estadounidense, encarnada en MAGA, el culto a la personalidad de Donald Trump, ha convertido la tragedia en una oportunidad para presentarse como víctima y, al mismo tiempo, tratar de provocar una guerra civil. Incluso con esa apretada agenda, han encontrado tiempo para censurar y cancelar a críticos. La Fiscal General Pam Bondi, por ejemplo, invocó el ya manido “discurso del odio” como excusa para amenazar a quienes cuestionan a la administración Trump. La cadena televisiva ABC retiró temporalmente el programa nocturno de Jimmy Kimmel porque el presentador no mostró la suficiente deferencia hacia Kirk; el programa fue reinstaurado solamente después de que Disney, la empresa matriz, sufrió una hemorragia de suscriptores. El programa de Stephen Colbert, por su parte, ya había sido cancelado meses antes por críticas al gobierno.
Como hemos aprendido amargamente en los últimos quince años, las principales víctimas de la cultura de la cancelación son los trabajadores. Y, dicho y hecho, en redes sociales la extrema derecha se lanzó a la cacería de cualquier persona normal que se burle o haga comentarios de mal gusto sobre Kirk o su asesinato. Ejemplos verificados incluyen: