Febrero de 2020 fue un mes importante para el laicismo en Europa. Primero, porque el presidente francés, Emmanuel Macron, defendió el derecho a la blasfemia (aunque lo hizo torpemente y regalándole la partida a la extrema derecha del país).
Mientras en Francia los seguidores de Mahoma trataban de enviara una adolescente al Más Allá de manera permanente, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa rechazó la recomendación de "acomodación razonable de la religión en el lugar de trabajo" — esta es una buena noticia.
¿De qué trata esto?