Para los lectores habituales del blog, la noticia de que un estudio metodológicamente serio y riguroso no halló evidencia de que el glifosato cause cáncer o abortos no será tremendamente nueva, y tal vez quieran empezar este post dos párrafos más abajo. Para los lectores más nuevos, una pequeña introducción: hace unos años, la IARC publicó un estudio con tantos errores como para detener un cohete en el que concluía que el glifosato era probablemente cancerígeno — desde entonces, un nutrido número de organismos de investigación, investigadores independientes y agencias reguladoras han fallado sistemáticamente en reproducir esos resultados, cuando han llevado a cabo estudios bien diseñados. Entre quienes no han podido encontrar que el glifosato cause cáncer se encuentran la EFSA, la FAO, la OMS —de la que la propia IARC hace parte (!)—, la EPA neozelandesa, y el Grupo de Evaluación del Glifosato de la Unión Europea (AGG).
Para completar, en Colombia hizo carrera un 'estudio' tan defectuoso como el de la IARC, que concluía que el glifosato causaba abortos. Esta idea también fue puesta a prueba en algunos de los papers metodológicamente robustos ya mencionados, y no se encontró evidencia que la respalde, así que ha sido descartada... al menos por quienes se toman la ciencia en serio; aunque esta conclusión incómoda es ignorada rutinariamente por ciertos periodistas 'científicos' e impulsores de políticas públicas que se guían más por la ideología que por la evidencia. Ahora sí, ya todos al día.
Pues mira por dónde, que la Agencia Europea de Químicos (ECHA) también puso a su Comité de Evaluación de Riesgos (RAC) a analizar el glifosato, y tampoco encontraron que haya méritos para justificar un cambio en su nivel de riesgo, como se desprende de su comunicado de prensa: