Afirmaciones como que se puede curar el cáncer, o el VIH o mejorar dolores musculares con sólo consumir productos que no han superado las más elementales pruebas que demuestren su efectividad llevan todos los días a que personas mueran por renunciar a la verdadera medicina por tratarse con menjurjes que no superan el efecto placebo.
Mientras casi todas las instituciones estatales se rinden ante la pseudociencia y la estupidez, hay una que ha marcado la pauta de la sensatez, sancionando la publicidad que pretende conducir a engaño a los consumidores (y que por ende pone en riesgo su salud y su vida). Por supuesto, me refiero
a la Superintendencia de Industria y Comercio.
Ahora aparece el columnista
Felipe Zuleta Lleras lloriqueando porque los distribuidores de Revertrex fueron justamente sancionados: