Desde hace dos años, el gobierno de Nueva Zelanda viene promoviendo la inclusión de la cosmología maorí (mātauranga māori) en los currículos escolares, en nombre de la integración cultural y social.
Sin embargo, parece que esta política pública pretende ir más lejos en su promoción de la diversidad entre personas con diferentes ascendencias y trasfondos culturales, ya que además quiere equiparar las colecciones de mitos y leyendas maoríes con la ciencia; es decir, que en Nueva Zelanda el conocimiento que nos ha permitido desarrollar la computación cuántica y poner robots en Marte está oficialmente a la par con la idea de que que todos los seres vivos se originaron con Rangi y Papa, la Madre Cielo y el Dios Cielo — el mito creacionista maorí. La ambiciosa propuesta también pretende enseñarle a los niños neozelandeses que la ciencia es una invención europea y que se ha usado para justificar la colonización de los maoríes (?) y la supresión del 'conocimiento' maorí (??) y otros pueblos indígenas.
Ante la absurda e ignorante propuesta, seis valientes científicos y un filósofo, todos de la Universidad de Auckland, escribieron una carta, En defensa de la ciencia, donde enfatizan que la ciencia es una empresa humana, que ha crecido con aportes provenientes de distintas culturas; también señalan que consideran importante enseñar la cosmología maorí, y hasta sugieren que puede ayudar a avanzar la empresa científica, pero que no es ciencia, y que ponerla al nivel de la ciencia es un perjuicio para las mentes en formación.
¡Horror! A juzgar por la respuesta del establecimiento neozelandés, uno pensaría que estos académicos se robaron la primera Constitución del país, le defecaron encima, la envolvieron en la bandera, y le prendieron fuego en medio del Parlamento, o algo.