La Agencia de Protección Ambiental de Nueva Zelanda revisó la mejor evidencia disponible y no halló datos que permitan suponer una relación causal entre glifosato y cáncer:
La conclusión general es que —sobre la base de una ponderación de las pruebas, teniendo en cuenta la calidad y la fiabilidad de los datos disponibles— es poco probable que el glifosato sea genotóxico o carcinogénico para los humanos y no requiere clasificación en HSNO como carcinógeno o mutágeno.
En marzo de 2015, la IARC clasificó el glifosato como probablemente cancerígeno; sin embargo, al mirar de cerca su análisis, resulta que tiene errores metodológicos como para detener un transbordador espacial.
Por eso, no es de extrañar que cuando la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) revisó los mismos datos de la IARC, no encontró razones para clasificar el glifosato como cancerígeno — la EPA (Agencia de Protección Ambiental americana) ya había alcanzado esa conclusión, y luego concluyeron exactamente lo mismo la FAO y la OMS.
Ahora se suma la revisión de la EPA de Nueva Zelanda. Creo que queda claro: el glifosato no causa cáncer. Y la forma en que la IARC condujo su análisis tiene serios problemas.
Preocupa, además, que todavía haya políticas públicas que se basen en ese análisis llevado a cabo de forma tan cutre.
(vía Círculo Escéptico Argentino)
____
Publicado en De Avanzada por David Osorio
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.