Desde hace algún tiempo, me ha llamado la atención que los países con más influencia religiosa son aquellos que se encuentran en situaciones económicas más precarias. En cambio, aquellos en donde la superstición ha sido arrinconada, los índices de calidad de vida y bienestar económico han aumentado considerablemente.
Jerry Coyne habla sobre un estudio en ese mismo sentido y sus sorprendentes resultados:
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