La Iglesia Católica tiene una fascinación morbosa con la sangre. Cada vez que pueden hacen tour de sangre de algunas de sus figuras históricas para que la gente admire (!) y el último episodio de esta enfermiza tradición es pasear una gota de sangre del protector de pederastas Karol Wojtyła, mejor conocido como Juan Pablo II.
Ayer la gota pasó por el municipio de Marinilla (Antioquia). Su muy avispado alcalde, Gildardo Hurtado, consideró que era la ocasión perfecta para desperdiciar recursos públicos en promover la superstición católica —que esos voticos nunca vienen mal—: