Tal como nos habían amenazado, el papa Francisco llegó a Colombia.
Realmente no sé qué más pueda decir que no haya dicho antes: la visita es una vulgar violación al laicismo porque no es una visita de Estado —y quien diga lo contrario miente deliberadamente o es irredimiblemente ingenuo—, hay que ser muy crédulo para no darse cuenta que Francisco es igual de cavernario a sus antecesores, la idea de que hay que sacrificar un poco de laicismo por la paz es una grosera falsa equivalencia, los medios siguen haciendo un cubrimiento absolutamente mediocre y hagiográfico del Papa —lo que contribuye a su buena imagen—, y siguen manchando el ejercicio del periodismo con notas supersticiosas hasta la médula.