En marzo, la IARC clasificó el glifosato como probablemente cancerígeno. Muchos miraron de cerca el reporte y encontraron que estaba petado de errores metodológicos.
En pocas palabras, el reporte ignoró todos los estudios que descartaron la relación glifosato-linfoma, tergiversó los estudios que sí tuvo en cuenta y utilizó estudios falsos.
Ahora, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) revisó los datos y encontró que el glifosato no es cancerígeno: